Una crisis es un suceso inesperado, infrecuente, impactante y/o destructivo que provoca la pérdida de vidas humanas, de la propiedad o genera un empeoramiento destacable de la calidad de vida de las personas afectadas.
Crisis humanitaria es una situación de emergencia en que se ven amenazadas la vida, salud, seguridad o bienestar de una comunidad o grupo de personas en un país o región.
Pandemia, es una enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región tal es el caso del Coronavirus.
En Ecuador, las cifras las pérdidas de vidas humanas, de las víctimas directas e indirectas del Covid-19, no son trasparentadas por el gobierno del Lcdo. Lenin Moreno. Esta crisis masiva ha revelado lo que ya era vox populi, que el sistema de salud y asistencia social estaba colapsados por la corrupción de una falsa revolución ciudadana correísta- morenísta.
La población no tiene accesos a servicios esenciales como un hospital o una funeraria, ni siquiera el personal de salud tiene el equipo necesario para atender estos casos. A nivel psicosocial asistimos a una angustia de futuro anticipado, a la pérdida del control sobre la propia vida y el futuro, la esperanza, la confianza y la iniciativa. La pérdida de la dignidad del ser humano al ver como se exhiben los cadáveres en las esquinas y calles de Guayaquil se la maquilla con donaciones de ataúdes de cartón.
El modelo exitoso de los socialcristianos y Jaime Nebot, tantas veces sacado a relucir en cadenas de televisión y concentraciones políticas por los madera de guerrero, resulta ser que sólo funcionó para los amiguetes de la fundaciones como Malecón 2000.
Lenin Moreno siguiendo la receta de su mentor Rafael Correa Sigue sus mismos ardides comunicacionales para tratar de posicionar la imagen de Otto Sonnenholzner apalancándolo como posible candidato presidencial para las elecciones del 2021, a la espera que cubra su retirada y supuestos escándalos de corrupción como los Inna Papers.
El pueblo ecuatoriano, aun no asimila el shock-adaptación del hecho traumático, de lo que representa esta crisis sanitaria y por supuesto económica pues aun no avista las otras tres etapas restantes de la crisis: afrontamiento, recuperación y resolución.
La propaganda gubernamental manifiesta: ¡Quédate en casa. Lo económico se puede recuperar, la vida no! Si bien es una medida que es la única que por ahora se puede implementar para detener la propagación del virus, Lenin Moreno, no le dice al ciudadano de a pie: ¿Qué pasó con recuperar lo robado por parte de sus compinches? ¿Qué sucedió con su plan de gobierno?
Ante el confinamiento, la restricción de circulación, el toque de queda, era de esperarse que salga a relucir a pobreza psíquica y la mala educación de los ciudadanos, la viveza criolla de la clase media que no acata las medidas de prevención para evitar el contagio, bajo la certeza de que: “A mí no me ha de pasar nada, Diosito no ha de querer”. Bajo esa égida hacen reuniones en la barriada, falsifican salvoconductos o buscan cualquier fútil pretexto para salir a las calles aunque estén en seguimiento médico o sospechosos de portar el virus.
Cuando ese poder-saber comienza a organizarse en función de la “administración de la vida”, se ingresa en el ámbito de lo que Michel Foucault denomina la biopolítica. “La sociedad occidental descubrió que también le es posible medir, administrar, controlar e incidir en los procesos vitales. Si inicialmente los cuerpos fueron entendidos como máquinas (a las que había que educar, disciplinar y corregir), luego pasaron a ser considerados “cuerpos-especie” que serían regulados en términos biológicos (natalidad, longevidad, salud, asunción de la sexualidad)” De ahí a que la biotecnología en contubernio con el Capitalismo se diera cuenta que la enfermedad podría ser un gran negocio había solo un paso y por eso no estaría errado afirmar que el Covid-19 fue diseñado en laboratorios para mantener la hegemonía de un país como Estados Unidos. Se puede hablar de una guerra biológica.
La casa, el hogar, en esta pandemia es una prisión inteligentemente diseñada en donde el estado trata de controlar y ejercer el poder apelando a sentimientos altruístas. Los medios de comunicación y más la tecnología representa un modo de escape pero no del todo porque al no permitirse el contacto visual, táctil, o físico, sexual inclusive, al final resultan ser una tortura porque estamos jugando a ser asociales y el Otro resulta amenazante por el estigma del contagio.
La cuarentena en el corto plazo, será una olla de presión que explotará porque el teletrabajo, el encierro en sí mismo, resulta ser traumático para quienes no pueden o no saben vivir en soledad y hacerla creativa. En ciertos casos se activarán los secretos de familia celosamente guardados, los conflictos reprimidos, la violencia intrafamiliar verbal, física y psicológica, los feminicidios, el acoso sexual, los ataques de pánico, la angustia de los padres de familia que no saben cómo administrar el tiempo de los niños y jóvenes que están prohibidos de asistir a los centros educativos por medias sanitarias.
Estamos protegidos pero mutilados, diría Michel Foucault. Lo que debe preocupar luego de que baje la curva de contagios y muertes de la pandemia, es la asimilación de la crisis y la postcrisis, esto es la elaboración del duelo. Esa reacción que seguirá después de las pérdidas que están sufriendo las personas y las familias y cuyo sentido es tratar de asimilar esta pérdida y poder afrontar una vida en la que se sobreviene la precariedad económica a la espera de que se descubra la vacuna para este virus.
¿El gobierno ecuatoriano, el Ministerio de Salud Pública en materia de higiene mental estará capacitado para enfrentar el post evento traumático del Covid-19?
Mucho me temo que no.
Créditos de la imagen:
• AFP
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