Las declaraciones públicas de los representantes de varias religiones respecto al tema del aborto, amerita recordar que el ejercicio de las libertades públicas, derechos y de la democracia está íntimamente ligado al concepto de laicismo. El Estado laico pone límites a la influencia de las religiones sobre el conjunto de la sociedad, dejándolas en el ámbito de las convicciones privadas. Fue la Constitución de 1906, posterior a la Revolución Liberal, donde se adoptó el concepto de laicismo, es decir, hace más de 100 años, realidad que volvió a ser ratificada en la Constitución del 2008.
El laicismo eliminó la relación de dependencia entre el Estado y las religiones, para garantizar la libertad de conciencia y así las personas puedan ejercer sus creencias sin afectar a otros ni ser afectados por las creencias ajenas. Proceder de esta manera implica no imponer valores morales particulares de ninguna religión. Nuestro país es un Estado laico, fruto de esta realidad, cuenta con normas que han permitido guiar nuestra sociedad y llegar a acuerdos que permiten una convivencia estable entre sus integrantes. Las normas establecidas, no recogen lógicamente la moral de la religión predominante sino el acuerdo social que podríamos sintetizarlo de la siguiente forma: “…el Ecuador es un Estado constitucional, de derechos y justicia social, democrático, soberano, independiente, unitario, intercultural, plurinacional y laico…”Art. 1 de nuestra Constitución. Estos principios socialmente aceptados determinan cómo movernos en nuestro territorio, sean cuales fueren las creencias. Son las religiones quienes tienen que acomodarse a las leyes, nunca a la inversa.
Recordar que vivimos en un Estado laico, adquiere mayor importancia cuando, a propósito de la coyuntura se levantan criterios dogmáticos que busca minimizar la realidad que viven cientos de niñas, mujeres y jóvenes. La Fundación DESAFIO y Andrés Vallejo, meses atrás público escalofriantes cifras, señalamos algunas: Entre el 2009 y el 2016, 17.748 niñas entre 9 y 14 años fueron violadas la mayoría de las violaciones se produjo en el entorno familiar. Más de 20.000 niñas menores de 14 años dieron a luz entre 2008 y 2018. 718 tenían menos de 10 años. En más de un 70%, las niñas gestan con infección de vías urinarias y anemia, con riesgo para sus vidas y las de las criaturas concebidas. 128 niñas quedaron con lesiones físicas o psicológicas permanentes. 515.983 adolescentes, entre 15 y 19 años alumbraron en los últimos diez años. 128.995 sufrieron violencia sexual y tuvieron su embarazo producto de una violación. Ecuador es el segundo país en América Latina en embarazo de adolescentes. 328 mujeres han sido sometidas a juicio y recluidas en prisión al solicitar atención en el sistema de Salud por abortos en curso o por partos prematuros, bajo sospecha de aborto provocado.
Vivir en un Estado laico ha permitido garantizar que las decisiones de los gobiernos de turno y de los organismo de Estado no estén influenciadas por las posiciones políticas que asuma la religión que más peso tenga en la sociedad. Esta situación es de enorme importancia, pues, basta recordar las épocas de las guerras santas que condujeron a enfrentamientos entre estados por sostener posiciones religiosas contrapuestas o los crímenes de Estado cometidos contra opositores que no tenían afinidad religiosa o las enormes riquezas acumuladas por ciertas religiones que tuvieron entre los gobernantes a sus creyentes más devotos y caritativos con fondos públicos. El Estado laico garantiza precisamente el ejercicio democrático, es un principio indisoluble de la democracia porque las creencias religiosas no son un dogma que deban imponerse a nadie y menos aún mediante manipulaciones y mentiras como lo señala la activista y abogada Silvia Buendía: “No se va a legalizar el aborto, se van a ampliar causales de despenalización ya existentes”. Frente a una realidad violenta como es la violación a una niña, mujer.
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