En una democracia mancillada y vilipendiada como la nuestra la definición de democracia no es más que un eufemismo para intentar convencernos de que el pueblo tiene el poder. Sí, siempre ha sido así.
Desde que se inventó una forma de gobierno que nos hace creer que el pueblo es el que decide, es utilizado por los poderosos para hacerse del poder y es que en realidad la democracia a comparación de otras formas de gobierno como la tiranía, dictadura, plutocracia, oligarquía, aristocracia es la más “benévola”.
En la antigua Grecia se realizaba foros para elegir a su gobernante, crear leyes y legislar para el bien “común” pero ¿quiénes eran lo que podían ser elegidos? Desde luego mujeres, esclavos y extranjeros no tenían voz ni voto.
En el Ecuador la situación no era distinta, desde que empezamos a ser República ¿quiénes podían ser candidatos? Para poner un ejemplo los requisitos eran: ser casado, mayor de veintidós años; tener una propiedad raíz, valor libre de 300 pesos, ejercer alguna profesión, o industria útil, sin sujeción a otro, como sirviente doméstico, o jornalero; saber leer y escribir. Es decir, muy pocos eran los privilegiados para elegir y ser elegidos, pues para ser ciudadano debías cumplir los mismos requisitos.
Es decir, la democracia era un problema de clase y privilegios pues no todos tenían acceso a una educación.
Con lo acontecido en estas semanas podemos darnos cuenta de que la situación no es muy diferente en cuanto a privilegios y el rol que juega el poder económico en las elecciones.
Tenemos una democracia tan débil con partidos políticos tan endebles que no cumplen con su función de crear organización política desde su definición. El artículo 312 del código de la democracia estipula que es función de las organizaciones políticas de obligatorio cumplimiento entre otras: formar a todas y todos sus miembros para el ejercicio de funciones públicas en cualquier nivel del gobierno; Contribuir en la formación ciudadana y estimular la participación del debate público.
En Ecuador existe todo lo contrario, candidatos que no tienen ideología queriendo representar los intereses de la sociedad, partidos políticos que prestan, venden o alquilan sus organizaciones a “candidatos” sin formación política.
Lo grave de todo esto es que además de que se juegan intereses particulares en una alid electoral, esto implica también recursos económicos que le cuesta al pueblo vía impuestos. Para poner en datos reales existen 7 organizaciones políticas que reciben anualmente 3,5 millones de dólares para efectos de formación política, cosa que no se ve pues al día de inscribir una candidatura, el candidato ni siquiera es adherente mucho menos militante de dicha organización (con sus excepciones). Adicionalmente, el costo que implica las elecciones en el Ecuador para los comicios 2023 es de alrededor de 109 millones de dólares, de los cuales alrededor del 15% serán destinado para promoción electoral. A eso sumar las donaciones que reciben los partidos políticos en dinero o en especie, en forma libre y voluntaria por personas naturales de nacionalidad ecuatoriana, sea que residan en el país o en el extranjero y por las personas naturales extranjeras residentes en el Ecuador.
Es decir, es un buen negocio mantener un partido o movimiento político en el país. Es por esa razón que vemos a unos cien números de candidatos en elecciones sin las mínimas posibilidades de ganar, con intenciones de voto de 1% a 3%, pero así es la democracia.
Por tal motivo, es importante que repensemos a las organizaciones políticas y la tratemos como espacios de responsabilidad social donde fomente la participación ciudadana, que sea representativa de la sociedad y sus intereses.
La formación política es fundamental dentro de las estructuras de organización, debemos dejar de pensar a los partidos y movimientos como entes de transporte electoral, sino como espacios de construcción democrática.
La formación de nuestros candidatos y por lo tanto de nuestros representantes es de responsabilidad de los partidos y movimientos políticos, por lo tanto, deben ser cautelosos y rigurosos con su militancia, eso es parte de la cero tolerancia a la corrupción, pues esta tan calada en nuestra idiosincrasia que jóvenes sucumben a estas formas fraudulentas de enriquecimiento. Jugar al mejor postor, apoyar un día a una candidatura y semanas antes de las elecciones cambiarse de bando porque las encuestas así lo dictaminan es parte de este sistema tramposo y corrupto y las organizaciones deben tomar cartas en el asunto.
La alternabilidad y la oportunidad para que jóvenes podamos ser parte de la toma de decisiones también es parte de la formación y la participación.
En otras palabras, la coherencia, representatividad, participación y la lealtad es sinónimo DEMOCRACIA.
Se avecinan nuevas elecciones y debemos estar mucho ojo con organizaciones políticas y candidatos que digan que la ideología no sirve. Sin bien es cierto hay que ser pragmáticos, pero sin el conocimiento de un eje y una ideología que guíe ese pragmatismo es muy peligroso para el país. Mucho ojo también con organizaciones políticas sin candidatos militantes y a candidatos con organizaciones políticas prestadas, alquiladas o vendidas, es igual de nocivo para el país.
Los jóvenes debemos involucrarnos en política. Formarnos y organizarnos es la vía para el desarrollo de este país independientemente de tu tendencia política. Sin duda elevar el debate público y llegar a consensos, siempre será bueno para el país.
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