Por Ezequiel Rojas
La tierra y todas las formas de vida que la habitan están en riesgo; los progresivos problemas y conflictos ambientales arrasan y generan incertidumbre y decadencia a nivel universal; el cambio climático, la destrucción de la capa de ozono, la pérdida de biodiversidad, la contaminación del aire y del agua, la deforestación descontrolada, mantienen en peligro, la vida. El quebranto ambiental amenaza a los ecosistemas; incide en el aumento de la pobreza, el acceso al agua potable, el crecimiento de enfermedades infecto contagiosas. Esta triste realidad exige atención inmediata y acciones colectivas para hallar soluciones que permita salvaguardar el entorno natural y abonar un presente y un futuro saludable a la humanidad.
Los problemas y conflictos ambientales se originan en el modo de producción capitalista, en su forma de distribución y consumo, en la mercantilización de los recursos naturales, en la obtención de la máxima ganancia para los dueños de las transnacionales a costa del empobrecimiento de los campesinos, indígenas y trabajadores
Esbozo del origen de los problemas ambientales
Desde la implantación del modo de producción capitalista, los dueños del capital, en el campo y en la ciudad se concertaban para arruinar los suelos y a los trabajadores. Esta crítica hizo Marx, y se resume en el siguiente segmento del Libro Tercero de El Capital, Capítulo XLII, “Génesis de la Renta Capitalista de la Tierra”: “La gran propiedad del suelo reduce la población agrícola a un mínimo en constante disminución, oponiéndole una población industrial en constante aumento, hacinada en las ciudades; de ese modo engendra condiciones que provocan un desgarramiento insanable en la continuidad del metabolismo social, prescrito por las leyes naturales de la vida, como consecuencia de lo cual se dilapida la fuerza del suelo, dilapidación esta que, en virtud del comercio, se lleva mucho más allá de las fronteras del propio país”.
(…) La gran industria y la agricultura industrialmente explotada en gran escala operan en forma conjunta. Si en un principio se distinguen por el hecho de que la primera devasta y arruina más la fuerza de trabajo, y por ende la fuerza natural del hombre, mientras que la segunda depreda en forma más directa la fuerza natural del suelo, en el curso ulterior de los sucesos ambas se estrechan la mano, puesto que el sistema industrial rural también extenúa a los obreros, mientras que la industria y el comercio, por su parte, procuran a la agricultura los medios para el agotamiento del suelo”.
La esencia de este punto de vista de Marx, es el concepto de metabolismo social, surgido en su comprensión del proceso de trabajo. Utilizo este concepto para describir la relación entre el ser humano y la naturaleza a través del trabajo: “El trabajo es, en primer lugar, un proceso entre el hombre y la naturaleza, un proceso en que el hombre medio, regula y controla su metabolismo con la naturaleza. El hombre se enfrenta a la materia natural misma como un poder natural. Pone en movimiento las fuerzas naturales que pertenecen a su corporeidad, brazos y piernas, cabeza y manos, a fin de apoderarse de los materiales de la naturaleza bajo una forma útil para su propia vida. Al operar por medio de ese movimiento sobre la naturaleza exterior a él y transformarla, transforma a la vez su propia naturaleza. (…) El proceso de trabajo (…) es la eterna condición natural de la vida humana”
El sistema capitalista extrae las materias primas sin reflexionar la imposibilidad de los ecosistemas de auto renovarse, la depredación de la naturaleza trae consigo contaminación y ampliación de la perdida de nutrientes de los suelos, provocada por la expansión de la frontera agrícola, entre otras razones. En la etapa de la revolución científico tecnológica los problemas y conflictos ambientales, profundizan la contradicción entre la ciudad y el campo, así como; la quiebra metabólica a nivel mundial. Todo para proteger el crecimiento industrial, tecnológico y comercial en los centros del poder económico y político, dejando sin tierras, recursos y vida, a los países dependientes.
La acumulación es el objetivo constante del sistema. De ahí que, conforme se amplía el desarrollo capitalista, confiscan, y le ponen un valor de intercambio a los bienes comunes (aire, tierra, agua, bosques, biodiversidad); además, destruyen las formas campesinas y comunitarias de producción dando paso a la esclavitud moderna de los trabajadores.
El problema ambiental tiene responsables
Cuatro multinacionales concentran la producción de semillas, pesticidas y herbicidas.
Bayer (dueña de Monsato), Posee más de 2000 patentes mundiales de organismos modificados genéticamente, el 50% del maíz y el 60% de la soja transgénica en el mundo, incluido, el nocivo glifosato Roundup.
ChemChina-Syngenta, líder en la biotecnología y dueña del maíz NK.
DuPont-Dow, empresas estadounidenses que controlan el 40 % del maíz americano, el 22 % de los herbicidas y el 19 % del volumen total de insecticidas que se aplican en el mundo.
Las ABCD, Controlan y concentran las semillas y la comercialización de materias primas. Son dueños de más del 85 % de la producción, distribución y consumo de los cereales y granos en todo el planeta. Archer Daniels Midland (ADM), Bunge, Cargill y Louis Dreyfus, conocidas como las ABCD.
Esta concentración en la producción de semillas, herbicidas y pesticidas obliga a siete de cada diez agricultores en el planeta a comprar sus productos.
Es necesario anotar también que la producción agrícola y ganadera a gran escala constituyen una de las mayores fuentes de emisión de gases de efecto invernadero, (según la FAO producen el 18%), de la deforestación y contaminación del agua en el mundo. La producción de carne es responsable del 91% de la deforestación en la Amazonía y del 55% del consumo de agua en los Estados Unidos y del 37% de todo el metano producido por la actividad humana.
En la misma línea de contaminación está el consumo de petróleo y sus derivados, que emanan dióxido de carbono (CO2), una más de las causas del calentamiento global; las multinacionales que monopolizan la exploración, explotación y distribución son: Saudi Aramco, Arabia Saudita; Gazprom de Rusia; National Iranian Oil, de Irán; Exxon-Mobil de Estado Unidos; Rosneft de Rusia, están en todos los países del mundo.
Por último, entre las principales empresas que arrasan territorios, culturas y contaminan los ríos y acuíferos son las transnacionales mineras que exploran y extraen a cielo abierto todos los minerales existentes en el subsuelo. Destacan las siguientes:
BHP Billiton es una de las compañías mineras más grandes del mundo. Su origen proviene de la fusión de la compañía australiana Broken Hill Proprietary y la compañía británica Billiton.
Vale, es una empresa multinacional brasileña es la segunda compañía minera más grande del mundo.
Rio Tinto, empresa minera española, con presencia en más de 40 países.
Anglo American, es una compañía minera global con sede en Londres, Reino Unido.
Freeport-McMoRan Inc, es estadounidense.
Barrick Gold, es la multinacional minera dedicada a la extracción de oro más grande del mundo, con sede en Toronto.
Teck, esta es la compañía minera más grande de Canadá.
Goldcorp Inc. tiene sede en Vancouver.
Estos actores, con prácticas depredadoras, van dejando pueblos desérticos, enfermos y pobres. Esto confirma que “las relaciones de producción del capitalismo degradan o destruyen las condiciones de producción, incluido -y especialmente- el ambiente” (O’Connor).
Los recursos de la naturaleza son finitos. Para Marx, era necesario que la tierra sea “un lugar de tratamiento consciente y racional en cuanto propiedad colectiva eterna, condición inalienable de existencia y reproducción de la serie de generaciones humanas que se relevan unas a otras”
Así, en El Capital, Marx afirmaba que “desde el punto de vista de una formación económico-social superior, la propiedad privada del planeta en manos de individuos aislados parecerá tan absurda como la propiedad privada de un hombre en manos de otro hombre”.
De esta manera, para alcanzar la interacción, racional y equilibrada entre el hombre y la naturaleza, es necesario un cambio social radical, en el sentido de que este no puede ser logrado ni a través del mercado, ni en el marco del modo de producción capitalista, en su etapa imperialista.
Los conflictos ambientales, aumentan
La sobre explotación de los recursos naturales, por la actividad de tipo económica como minería, ganadería, agricultura, petróleo; deterioran el medio ambiente, expresado, en el agotamiento de los bienes comunes: agua, aire, tierra, biodiversidad.
Expertos señalan que a nivel mundial los ecosistemas se están degradando entre el 60 % y el 70 % sin poder recuperarse al ritmo de su destrucción. Apuntan también que de ocho millones de especies de animales y plantas un millón están en peligro de extinción.
La degradación del suelo tiene varias expresiones: abandono de tierras, disminución de especies silvestres, pérdida de suelo y salud del suelo, praderas y agua dulce, así como la deforestación.
Menos del 25% de la superficie terrestre de la Tierra ha escapado de los impactos sustanciales de la actividad humana y los expertos de la Plataforma Intergubernamental Científico normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), calculan que para el 2050 este porcentaje se habrá reducido a menos del 10%. Anuncian que el uso de pesticidas y fertilizantes se duplicara para el 2050.
La mayor cantidad de tierra apta para la agricultura está en América Central, América del Sur, África subsahariana y Asia; el futuro de esta zona es una lánguida degradación de sus suelos. Esto nos aproxima al criterio que la mitad de la población mundial podrían vivir en zonas áridas, lo que convierte a las sociedades más vulnerables y dispuestos a conflictos violentos.
En tal sentido, la continuación del modo de producir, distribuir y consumir, para ampliar las ganancias de pocos, deja en riesgo creciente la vida de muchos. La sobre explotación del trabajo humano, de los recursos naturales no renovables, la apropiación privada de los medios de producción, la asimétrica, relaciones de producción, expresan un sistema con una perversa estructura.
Los foros, seminarios, los informes de varios organismos internacionales y de ciertos Estados se limitan a recomendar, impuestos verdes, “agricultura sostenible”, “desarrollo sostenible”, economía circular, subsidios a productos “verdes”, entre otros. No dejan de ser discursos con “buena intención”, porque al final, las multinacionales definen la política a nivel mundial.
De ahí que, es urgente asumir el compromiso activo y decidido para influir en la conciencia ambiental colectiva, los hombres y mujeres de ciencia, la academia, los movimientos sociales y ambientalistas consecuentes, las izquierdas, son protagonistas críticos de la indigna realidad social y ambiental, son actores sociales y políticos comprometidos a batallar por el equilibrio económico, social, político y ambiental, imposible de alcanzar mientras el sistema de explotación se mantenga.
Referencias.
Libro tercero El Capital, Carlos Marx
Causas naturales: ensayos de marxismo ecológico, James O´Connors
La ecología política y el marxismo ecológico como enfoques críticos a la relación entre desarrollo económico y medio ambiente. Instituto del Desarrollo Humano (IDH) de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS
Extractivismo y la violación de los derechos humanos básicos, Edgar Isch L.
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