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Por: Julián Quito

Fotografía: Presidencia de la República, Fernando Sandoval

Puras novelerías

 

“Puras novelerías” llama Correa a los derechos y garantías establecidos en la Constitución de la República elaborada en Montecristi por las fuerzas sociales y políticas constituidas por la voluntad popular, y refrendada por el pueblo ecuatoriano en dura lucha ideológica con las fuerzas retardatarias del país. La Constitución del 2008 fue un triunfo legítimo e histórico de hombres y mujeres que a través de la historia ecuatoriana buscaron el camino de la justicia social, en cuyo tránsito quedaron muchos combatientes sacrificados, desaparecidos, asesinados, torturados, presos, perseguidos.

 

Evidentemente, Correa, nunca estuvo en esas luchas, jamás. Mientras hombres y mujeres del pueblo se organizaban y combatían por las plazas, las calles y los campos, Correita jugaba a las aventuras y a las escondidas con los Boy Scouts. ¿Cómo, entonces, puede Correa entender que los derechos de los trabajadores y el pueblo, no son una dádiva suya, de aprendiz de capataz, sino que son el resultado de la organización, de la forja de conciencias, de la lucha tenaz y permanente contra el poder del capital, de la burguesía, del capital financiero internacional.

 

El Estado democrático, de derechos y de justicia, corresponde al afán popular de construir en el Ecuador una nueva forma de convivencia social, donde se respete la dignidad de las personas y de las colectividades, un país democrático, heredero de las luchas de liberación, frente a todas las formas de dominación y colonialismo.

 

 

Desde el inicio de la vigencia de la Constitución de Montecristi, recordemos, Correa buscó la forma de modificar, mediante Decreto Ejecutivo, el Mandato No. 8 que eliminaba la tercerización laboral. ¡Ya debimos imaginar para dónde tomaba rumbo Correa! Luego, el pacto con Gutiérrez para nombrar al Contralor General del Estado. ¡No nos olvidemos, por favor! Más tarde, la agresión sistemática contra los movimientos sociales, la persecución a sus dirigentes, la división de las organizaciones sindicales e indígenas, la toma de las Cortes: justicia, constitucional, electoral; y, la corrupción escandalosa en la obra pública desde todas las esferas de la administración central.

 

Bajo esta cobertura, generó riqueza en favor de los banqueros especuladores y de los empresarios que se dedicaron a la actividad rentista petrolera; no desarrollaron la verdadera industria nacional, la producción de bienes acabados para el consumo interno y la exportación, no mejoraron la productividad de las empresas y se dedicaron a sacar al exterior sus capitales. Correa frenó todo el proceso cooperativista que se instaló en el Ecuador desde la década de los sesentas y setentas, cooperativas de producción agrícola y pecuaria, cooperativas de comercialización, cooperativas de ahorro y crédito; toda esta vertiente de construcción de riqueza social desde las bases populares. En nueve años de gobierno no ha creado las condiciones económico financieras para que el sistema cooperativo se desarrolle ni en el campo, ni en las ciudades. Cuando al sistema cooperativo creciente y pujante en el país, lo subsumió bajo el concepto de “economía popular y solidaria”, debimos percibir que trataba como cuestión marginal la elaboración de bienes y servicios desde el sector popular, concibe como un esfuerzo solidario de trueque entre los pobres y no como una auténtica construcción de riqueza social donde se produzca socialmente y se distribuya socialmente el resultado de la producción.

 

Correa es el creador del desempleo, la desesperanza de los jóvenes que no pueden ingresar a las universidades, ni tienen trabajo, ni tampoco tienen colegios técnicos donde forjarse en niveles intermedios para ser útiles en el sistema productivo. ¡Qué hizo la plata Correa! ¿Qué hizo los 300 mil millones de dólares ingresados durante su mandato?

 

Como elaborando los operativos de su estrategia, hizo aprobar por los “borregos” – léase asambleístas –la transferencia de los trabajadores públicos del sistema laboral al sistema administrativo; hoy han llegado ya a los 80 mil despedidos de la administración central. Infames asambleístas de Alianza País dijeron que esa enmienda constitucional constituía no solamente afirmación sino ampliación de los derechos de los trabajadores.

 

 

Hoy pretende, mediante “acuerdo” entre trabajadores y obreros, se disminuya el salario. ¿Díganme, qué acuerdo puede haber entre el dueño del capital y el trabajador asalariado? El acuerdo puede funcionar entre pares, entre iguales, pero cómo se plantea que haya acuerdo entre quien está por quedarse sin trabajo y el dueño de la empresa? Evidentemente, para no quedarse sin trabajo, el obrero aceptará cualquier “acuerdo”.

 

Pero, además, la mente lúcida de Correa, “inventa” el Seguro de Desempleo quitándole el dinero a los trabajadores, desagregando el Fondo de Cesantía de los trabajadores y empleados; es decir que, somos nosotros los que debemos cargar con el resultado de las políticas públicas de fracaso; y, como si esto no fuera suficiente, los desempleados cobrarán su seguro desde el cuarto mes de desempleo, entre tanto, tienen que usar las tarjetas de crédito conforme al sano consejo que nos dio Correita, el malcriadito.

 

Frente a todo este atropello a la Constitución de la República, violentando los derechos de los trabajadores, se levanta la movilización prevista para el 17 de marzo: nuevamente policías, fiscales y jueces estarán a la carga sobre los “terroristas”, contra los que atacan y resisten las políticas públicas. Fiscales y jueces, no están informados sobre el concepto de la desobediencia civil y el derecho constitucional a la resistencia o mejor dicho, si deben saber, pero están en juego sus cargos y el miedo es más poderoso que la dignidad.

 

¡Constitución del Montecristi: sobrevive en la lucha del pueblo!

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Las Casas Oe3-128 (entre América y Antonio de Ulloa)

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ISSN 1390-6038

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