Nuestro sistema educativo cuenta con un modelo de evaluación desde la época del correísmo en términos generales el actual régimen mantiene dicho modelo. Para las y los estudiantes existe la prueba Ser Bachiller, para las y los maestros existe las pruebas Quiero Ser Maestro que son aplicadas a los docentes que buscan un nombramiento definitivo y las evaluaciones Ser Maestro para los docentes con nombramiento definitivo.
Sin embargo el modelo de evaluación vigente ―impulsado por INEVAL y avalado por el MINEDUC― ha tenido como característica un enfoque orientado al control, certificación, comparación y la clasificación. Han predominado las miradas estadísticas en detrimento de las miradas educativas integrales.
A propósito de los problemas que han surgido por la aplicación del examen Ser Bachiller en la región Costa al iniciar este año, es necesario que los organismos que regentan la educación y sus actores propongan alcanzar un salto cualitativo en el enfoque de la evaluación, en la confiabilidad y en los procesos de gestión de la evaluación. Es preciso recuperar el significado formativo de las evaluaciones, su papel para identificar vacíos y fortalezas; su valor para ser utilizado por autoridades y actores para cumplir derechos. Para producir mejoramiento y superación de los procesos educativos. Para recuperar una evaluación constructiva que fomente la retroalimentación ―y no la estigmatización o la sanción.
Es menester combatir los mitos que se han levantado en relación a la evaluación, diversificar los mecanismos e instrumentos de evaluación superar las tipicas pruebas estandarizadas y preguntas de selección múltiple. Es necesario que las y los maestros accedan a los resultados de sus evaluaciones que varios no conocen desde el 2016. Es necesario que esos resultados sean utilizados de manera propositiva tanto por parte de autoridades, como de actores directos y también de actores externos como la academia y los investigadores. Es urgente abrir el debate junto a la voluntad política para cambiar el enfoque de la evaluación.
La Unión Nacional de Educadores (UNE), ha señalado que la evaluación debe ser considerada como un proceso integral y como práctica inherente al proceso educativo. Debe estar conectada a las relaciones que se desarrollan cotidianamente entre el aula y la sociedad.
La evaluación es positiva si es formativa. Y en este propósito necesitamos enfrentar la evaluación predominante (punitiva). Solo así lograremos suprimir mitos y miradas erróneas y provocar nuevas actitudes frente a las evaluaciones, siempre que estás estén diseñadas con un enfoque emancipador y formativo donde sus prácticas no atente a derechos básicos. Así como existe más de un millón de jóvenes sin acceso a la educación superior, existen maestras y maestros que fueron excluidos del derecho a un nombramiento definitivo por evaluaciones punitivas.
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