Nuestro Camarada Marcelo Andocilla

publicado en: Opinión | 0
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La vida de un comunista no se presenta únicamente en su actividad política revolucionaria, la misma es resultado de profundas convicciones forjadas y moldeadas en las vivencias cotidianas que aportan inquietudes, sensibilizan la conciencia e incitan a la búsqueda de respuestas y alternativas.

La vida del comunista Marcelo Andocilla es la confirmación de esta afirmación. Nacido en un hogar humilde y con una familia numerosa, vivió en carne propia las privaciones y angustias que provoca el sistema e inició la búsqueda de respuestas desde muy temprana edad.

Lejos de la resignación que promueven los instrumentos de las clases dominantes, Marcelo afirmó la rebeldía en contra de esa realidad. Pronto comprendió que los problemas sociales no eran producto del destino sino el resultado de la naturaleza del sistema, y que los gobiernos burgueses eran los principales responsables.

Y, al tiempo que afirmó su identidad con su pueblo asumió la rebeldía contra la injusticia que, más adelante, le llevaría a ingresar a las filas del Partido Comunista Marxista Leninista, estableciendo un compromiso consciente con la causa emancipadora de los trabajadores y los pueblos del Ecuador.

Un escenario político de dictaduras civiles y militares en la década del 70 de siglo pasado, forjaron unas condiciones y exigencias particulares para los luchadores sociales y los revolucionarios. Había que desafiar el autoritarismo y las duras condiciones represivas, articulando los recursos de una sistemática conspiración clandestina con una amplia agitación y conducción de la más amplia lucha social.

Marcelo Andocilla en su juventud como dirigente estudiantil

En esas condiciones fuimos coincidiendo y conociéndonos muchos marxistas leninistas como Marcelo Andocilla y varios de los aquí presentes. Una experiencia que destaca de esa época fue la denominada “Guerra de los 4 reales”, un levantamiento popular en Quito, producido en los meses de marzo y abril de 1978, cuyo detonante fue el incremento de los pasajes urbanos de 1 sucre a 1 cuarenta. El rechazo a esa medida expresó principalmente el rechazo al triunvirato militar, a su antipopular y represiva gestión de gobierno. Marcelo desde su condición de dirigente estudiantil lideró, entre otras tantas acciones, la denominada “Marcha de los mandiles blancos” con los estudiantes de medicina. Nosotros desde la trinchera sindical realizamos el primer ensayo de una huelga colectiva convocada por los sindicalistas revolucionarios con la FUOS de Pichincha, paralizamos por una hora el cordón industrial del sur, dando impulso y legitimidad a la participación de los fundamentales sectores sociales en esta batalla que duró alrededor de un mes, y en la que se combinaban las acciones de los estudiantes en la mañana, los trabajadores en las tardes y los pobladores en los barrios en las noches.

Varios combatientes cayeron en esta jornada, entre ellos el compañero obrero de Metalmecánica San Bartolo Luis Naranjo.

Más allá del impulso de las orientaciones formales, del cumplimiento de las responsabilidades políticas, los comunistas afirmamos nuestra identidad revolucionaria, intercambiando las vivencias, las sencillas experiencias cotidianas que refuerzan nuestra individualidad.

En Marcelo, con sus vivencias y anécdotas, recordamos ese profundo amor por la vida de su pueblo que, respaldada en su profesión de médico, exaltan su extraordinaria personalidad. Recuerdo dos vivencias suyas que compartió con sus más cercanos camaradas. Cuando cursaba el internado rotativo se enfrentó ante la disyuntiva de dejar que muera un paciente ingresado por emergencia y que requería una intervención quirúrgica urgente, o realizar la operación ante la imposibilidad objetiva de que la realizara el cirujano, Marcelo asumió el riesgo, realizó la cirugía y salvó al paciente. La segunda, cuando enfrentaba la medicina rural, se presentó una emergencia delicada: en una fiesta de la parroquia San Pedro de Taboada, hubo una intoxicación masiva por el consumo de alcohol metílico, Marcelo movilizó a los vecinos para conseguir de urgencia vodka e inyectó a los intoxicados, y esa oportuna intervención permitió su posterior recuperación.

El entusiasmo que reflejaban sus ojos cuando socializaba las vivencias en las que había logrado salvar vidas, resume la dimensión de su personalidad. Pero ese entusiasmo se multiplicaba cuando cuidaba la vida de los que la arriesgaban en medio de la lucha.

Los últimos años de su formación universitaria y los primeros de su vida como profesional coincidieron con un importante ascenso del movimiento huelguístico de los trabajadores. Marcelo, liderando a otros profesionales, estuvo presente en todas las huelgas obreras de la capital, examinando a los huelguistas y aconsejando medidas de protección de su salud.

En numerosas huelgas de hambre, principalmente en las protagonizadas por los profesores, Marcelo destacó en su papel de protector de la salud de los huelguistas. Con mucho entusiasmo formaba equipos de asistencia y vigilancia de la situación de cada de los participantes en la medida, para valorar sus capacidades y también los límites a los que podían llegar en esas acciones, labor que posibilitaba sostener las medidas hasta por varias semanas y doblegar así la soberbia e intransigencia de los gobiernos de turno.

Como médico revolucionario aportó a la formación de la “Brigada Eugenio Espejo” dedicada a la asistencia de todos los sectores sociales en conflicto: estudiantiles, obreros, magisteriales, campesinos, barriales, etc.

La convicción y compromiso revolucionarios de Marcelo, su forja como cuadro, le condujeron a asumir importantes responsabilidades políticas. Fue dirigente del Comité del Sur del PCMLE y miembro del Comité Provincial. Impulsó la organización del Partido en la clase obrera y con él organizó varias y victoriosas huelgas. Fue un dirigente y gran impulsor de la organización barrial.

Como un admirador y sincero discípulo de Eugenio Espejo, emuló sus acciones de agitador y propagandista de la conspiración contra el sistema. Buscó siempre forjar medios inéditos de propaganda y apropiados para el entorno en el que desenvolvía su actividad.

Asumió grandes responsabilidades políticas, fue Director Provincial del Movimiento Popular Democrático de Pichincha.

Marcelo Andocilla candidato a la alcaldía de Quito por el MPD

Marcelo no hubiera podido encarar sus responsabilidades políticas sin la complicidad y el apoyo de su compañera, nuestra querida Adelita. Las múltiples batallas libradas en esos años, las huelgas nacionales y demás jornadas de lucha, contaron siempre con la presencia de Marcelo y Adelita, inicialmente con Vladimir y más adelante, con Javier en brazos. Una familia comprometida con la causa revolucionaria es otra obra de Marcelo.

El destacado papel de Marcelo en la Comisión de Investigación del asesinato de Jaime Hurtado González, es otra evidencia de las capacidades y compromiso de Marcelo con la defensa de la vida, esclareciendo y denunciando este repudiado crimen de Estado.

La vida de Marcelo Andocilla es un ejemplo de que la condición de un revolucionario no es contradictoria con ninguna otra actividad regular, la profesional o la docencia, la laboral o la estudiantil, que es plenamente factible fundir las dos condiciones y dar impulso al propósito de luchar por conquistar la nueva sociedad, la sociedad del trabajo y la igualdad, la sociedad socialista.

La vida y obra de Marcelo Andocilla, seguirá siendo ejemplo vital para el PCMLE.

Patricio Aldaz, vocero nacional del PCMLE

Revista Rupturas
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