Por: Marat de los Andes
En la entraña, la tierra / Con tanta dignidad //Te recibió cantando / Semilla de abril// De sangre es el retoño / Que ha florecido /Color de la bandera / Del que ha sufrido/ Es como el horizonte /Es como el viento //A todas partes llega /Su pensamiento// Lo que andaste diciendo/ No lo han de matar //Por lo que andaste haciendo /Siempre vivirás //Milton Reyes un hombre /Un monte un grito //No podrán con el día /que ha amanecido//
(Salomón Poveda, Noviembre 15)
¿De qué material están hechos los héroes, de qué metal, de qué dimensiones? Cuando secuestraron a Milton Reyes, ese 9 de abril de 1970, quien escribe esta nota, estudiaba en una pequeña escuela que colindaba con la Universidad Central del Ecuador. Hasta allá llegaba el aire enrarecido por las bombas lacrimógenas que lanzaba la policía o los gorilas (paracaidistas), la fuerza represiva de Velasco Ibarra. Casi como un ritual, los estudiantes universitarios se movilizaron hacia al centro de la ciudad exigiendo más presupuesto para la educación y el libre ingreso. El secuestro, tortura y asesinato de Milton Reyes conmovió a la juventud y a la mayoría de los ecuatorianos. Los canillitas y betuneros fueron quienes abrieron la marcha de su funeral, luego del rescate de su cadáver de las manos de la policía; asistieron inclusive el vicepresidente de la república y el rector de la universidad. Fue sepultado y hasta ahora permanece en los campos de la Universidad Central del Ecuador.
Tiempos aciagos, difíciles; la CIA, al igual que ahora, operaba en nuestros países activando la bandera del anticomunismo, tratando de dividir al movimiento estudiantil o de infiltrarse en las organizaciones obreras. El rechazo a la intervención norteamericana en Vietnam, la lucha por el libre ingreso, la vinculación de la universidad con sectores poblacionales, hicieron de esa época, una de las más convulsas. Milton Reyes participa en aquello que se denominó “la guerrilla del Toachi”, estuvo preso durante algunos meses, luego se exilió en Chile, viajó hacia China, que, para la época, constituía el epicentro de la Revolución Cultural impulsada por Mao Tse Tung. Regresa al país, intenta estudiar arquitectura pero es expulsado por su militancia política. Reingresa a la universidad, en esta ocasión para estudiar sociología, llega a ser presidente de la Federación de Estudiantes del Ecuador, FEUE, y, como tal, encabeza las luchas en contra del examen de ingreso.
¿Cómo se dibuja la trayectoria de los héroes? Cómo las circunstancias definen el derrotero, las posiciones, el temple, la vocación y actitud frente a la injusticia, a la inequidad, a la violencia. La década de los 60 constituye el caldo de cultivo para que surjan luchadores de la talla de Milton Reyes; la Revolución cubana puso en evidencia la inacción del viejo y anquilosado Partido Comunista; la Guerrilla del Toachi es la respuesta al acomodo y a la pusilanimidad de la dirigencia que se decía “revolucionaria”; las manifestaciones de la juventud norteamericana en contra de la guerra de Vietnam, la puesta en escena de los Tzántzicos para dar al traste con la poesía de salón. Todos estos hechos explican el temple y la vocación de un ser humano como Milton Reyes.
Es en medio de la lucha / nos dijiste aquella tarde / que se forjan los patriotas / y te lanzaste a pelear // Cómo vibra tu palabra / en el labio la consigna / que la patria será libre / si empuñamos el fusil.
¿ Qué impulsa a un ser humano a arrostrar su destino, cual es el resorte que detona su voluntad de cambio, su temple de luchador? El existencialismo, aquella corriente filosófica que se debatía en la época tal vez constituyó la respuesta; si todo es absurdo, “si todas las experiencias son indiferentes, la experiencia del deber es tan legítima como cualquier otra. Uno puede ser virtuoso por capricho” (Albert Camus); es decir, el ser humano puede entregarse a la lucha por vocación, por pasión no solo por necesidad o porque nos toca. En la actualidad, ya no basta con tomar el fusil, es necesario dominar la técnica, es preciso conocer el mundo, estructurar las finanzas, articular una propuesta, organizar y desafiar el poder en todos los ámbitos. Es indispensable dirigir medios alternativos de comunicación, conocer los resortes de la economía, entender la geopolítica, disputar los escenarios jurídicos; es imprescindible conjugar los esfuerzos del proletariado mundial, de los pobres del mundo, de los diversos movimientos que han levantado sus propias banderas, de los grupos racializados, de las mujeres. Es necesario hacer, de nuestra lucha, la vibrante disputa por la humanidad, en contra de la violencia y el genocidio, en contra de la guerra y a favor de la justicia y la equidad.
Por la senda de la patria / quedó por siempre tu nombre / compañero que anhelabas / a tu pueblo liberar // Por más que hayan asesinos / asesinos a montones / siempre habrá mil corazones / predispuestos a luchar
Esta canción, cuya letra y música pertenece a Hugo Hernán Hidalgo, y la de Salomón Poveda, del grupo Noviembre 15, han hecho que Milton Reyes esté presente en las diversas manifestaciones estudiantiles. Sus textos reflejan el momento en que vivió este revolucionario, este luchador, este organizador. Intentan reflejar las diversas dimensiones de Milton: organizó a los canillitas (ahora ya extinguidos) y betuneros; conformó cooperativas de vivienda y grupos de estudio y, una de sus propuestas más audaces: extendió la universidad a los barrios populares. La presencia voluntaria de los estudiantes y de algunos profesores de la Universidad Central se expresó, en la época, en consultorios populares, tanto de medicina como jurídicos, en propuestas de planificación elaboradas por los estudiantes de arquitectura, asesoría técnica por parte de los estudiantes de agronomía y veterinaria; se llegó a impartir clases de filosofía en los sindicatos dictados por estudiantes de la Central. No es gratuita su consigna: ¡universidad para el pueblo!
Camarada camarada / camarada Milton Reyes / aquí estamos con tu ejemplo / junto al pueblo y sin temor…
Una larga lucha, una batalla sin final, un despliegue enorme de amor y dolor, de esfuerzo y de entrega. Casi como profecía autocumplida; el 8 de abril de 1872, Fernado Daquilema fue ejecutado por descargas de fusilería por el régimen de García Moreno; 98 años y un día después, Milton Reyes fue secuestrado y torturado, y el 12 de abril asesinado y arrojado a la quebrada La Chilena. Por más que hayan asesinos / asesinos a montones / siempre habrá mil corazones / predispuestos a luchar; nada detiene ese río interminable de luchadores, esa sangre que alimenta el caudal vigoroso de los sueños.
Nadie nace para héroe; son las circunstancias, es la gente la que los convierte en héroes. Es ese espíritu indomable que conecta con la sensibilidad profunda del pueblo la que inflama sus corazones y los eleva a esa categoría. Es gente que ama la vida, es gente que se apropia de los sueños colectivos. Son personas que hacen, de la virtud un capricho y, de su vocación por transformar el mundo, una profesión.
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