Históricamente el papel de los medios de comunicación es ser los portavoces principales de los procesos históricos, como testigo indiscutible del actuar de la sociedad y su entorno, y como su base fundamental: La parcialidad y veracidad al momento de comunicar e informar, “democratizando la información”. Pero ¿qué podemos hacer cuando este también llamado cuarto poder se vuelve un aliado de los grandes grupos económicos o monopolios del Estado?, y se convierte en una amenaza para el pueblo: desinformando, manipulado la información para los intereses de la clase dominante.
En los primeros días del mes octubre en Ecuador se suscitaron movilizaciones indígenas y de organizaciones sociales, en contra de las medidas económicas o “paquetazo” por parte del gobierno de turno, que afectaban directamente a la población con bajos recursos, como la eliminación de los subsidios a la gasolina y al diésel, que tiene como consecuencia el alza de los pasajes de transporte, incremento de la canasta básica y encarecimiento de la vida, además de las nuevas medidas laborales que precarizan al trabajador. Esto genero el rechazo generalizado de la población que salió a calles para manifestar su descontento por las medidas económicas que son impuestas directamente por el F.M.I. (Fondo Monetario Internacional).
Las movilizaciones fueron catalogadas por los medios convencionales como actos de vandalismo por grupos armados y terroristas que fueron enviados por Venezuela y Colombia para desestabilizar al gobierno, tomando en cuenta que en la constitución vigente “la protesta es un derecho ciudadano1”. Así la desinformación e incertidumbre estaba a la orden del día en los canales de televisión locales, donde su programación se llenaba de contenido vano y circense, que tenia de la finalidad de desviar la atención a la población y no mostrar lo que realmente acontecía en las calles, es mas tergiversando los hechos reales: la represión, violencia y violación de los derechos humanos, toda esto se vivió en 11 los días de protesta, mientras que medios aliados al régimen de turno, no se hacían eco de los hechos y fueron perdiendo credibilidad. Ahora la población tomaría esa responsabilidad en sus manos.
El llevar una cámara, un celular o algún dispositivo de comunicación era sinónimo de rebeldía, en contra de la desinformación de los monopolios comunicacionales. Periodismo comunitario, reportajes, entrevistas, fotografía, toda una red de comunicadores independientes estaban en cada esquina, las redes sociales como Facebook, Twitter e Instagram, se convirtieron en los estudios de transmisión y logística para los enlaces en vivo, sólo era cuestión de tener datos móviles para convertirte en un informante, ser testigos palpables de los acontecimientos donde nos mostraba lo que pasaba minutos a minuto; por fin el pueblo se convirtió en el protagonista de los hechos, se hizo escuchar sus voces, las razones no manipuladas porque salieron a las calles por defensa y derecho a protestar.
Se abre una nueva brecha para las organizaciones sociales y los medios de comunicación independientes, con nuevas propuestas en donde el pueblo sea el actor principal del proceso comunicacional, que se identifique y su aporte sea la columna vertebral de la dinámica, para solucionar los problemas y unir a los pueblos, y por fin nos tomemos el cuarto poder.
1: “derecho a la resistencia” previsto en el art. 98 de la Constitución, que dice: “Los individuos y los colectivos podrán ejercer el derecho a la resistencia frente a acciones u omisiones del poder público o de las personas naturales o jurídicas no estatales, que vulneren o puedan vulnerar sus derechos constitucionales, y demandar el reconocimiento de nuevos derechos”.
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