“Recomiéndeles que se queden en el páramo”, fue la respuesta de Jaime Nebot Saadi ante la pregunta de un periodista que le interrogaba si toda la fuerza pública y personal municipal sería suficiente en caso de que los manifestantes indígenas lleguen a Guayaquil. Revelaba la ignorancia supina del socialcristianismo-madera de guerrero pues, los indígenas ecuatorianos no solo habitan en los Andes ecuatorianos sino también en la selva, en el trópico y son parte de la población de las grandes ciudades. Salía a flote el odio y el racismo solapado de quien pretende ser candidato presidencial por la tendencia de ultraderecha para las elecciones del 2021, secundado más tarde con la arenga que diera a las fuerzas del orden, la alcaldesa Cynthia Viteri.
Cabe aclarar que las categorías “indios”, “indígenas”, ”pueblos indígenas”, “poblaciones indígenas”, “etnias”, grupos étnicos”, “grupos etno-lingüísticos”, “pueblos originarios” o “primeras naciones” fueron elaboradas y aplicadas en el curso de complejos procesos históricos y en contextos sociales y políticos diversos, llenándose de contenidos distintos, polémicos y muchas veces contradictorios entre sí. No estaría por demás recomendar al caudillo del supuesto modelo exitoso de Guayaquil, revisar por cultura general a Bonfil Batalla, Alfonso Caso, Luis Villoro y Rodolfo Stavenhagen, Arturo Warman, Joseph Stermann, entre otros autores.
Para motivos de mi análisis de lo sucedido en Octubre del 2019 he de citar a Pío Jaramillo Alvarado y su libro “El indio ecuatoriano” publicado en Diciembre de 1922 que en la parte pertinente apunta: “Examinados los factores hombre, tierra y trabajo, se comprueba que el hombre en su expresión étnica indígena está esclavizado, sin embargo de constituir una clase social mayoritaria, pero desposeída de todo amparo legal, sin recursos económicos y sin instrucción ni educación convenientes; y que el trabajo es de condición servil. La existencia de un feudalismo agrario es evidente. El siervo y el señor feudal constituyen las clases sociales en lucha. Una clase media organizada, poderosa, que sirva de equilibrio aún no es una fuerza social independiente”.
Parodiando al citado Pío Alvarado bien podría afirmarse: Ese esclavismo sofisticado, representado ferozmente por el estado y sus gobernantes de turno, por políticos demagogos, oportunistas y populistas, desde los tiempos de la Colonia han dejado en el desamparo legal a este sector de la población ecuatoriana, a sabiendas que “la justicia es solo para los de poncho”, no han direccionado los recursos económicos para la activación del agro, han dejado en el papel promesas de la construcción del estado plurinacional y la educación intercultural bilingüe. En su concepción, el trabajo del pueblo indígena, es una condición propia de su folklore en tanto el político-gamonal como Rafael Correa, Jaime Nebot y Guillermo Lazo, aprovechan esta ignorancia de la masa del pueblo y realizan políticas y pactos de gobernanza a favor de intereses de empresarios y banqueros para mantener el estatu quo.
Quienes promediamos veinte lustros, testigos del retorno del Ecuador a la vida democrática luego de una dictadura militar, fuimos actores el 4 de junio de 1990 en que se realizó el primer levantamiento indígena donde por fin se visibilizaron los pueblos originarios y sus 500 de resistencia luego de una cruenta conquista española. Durante el gobierno de Sixto Durán Ballén, en 1994 se luchaba por la promoción de la Ley de Desarrollo Agrario en una protesta indígena que duró alrededor de 10 días y que pedían una mejor redistribución de tierras. En el 2000, agrupados en la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), tras el feriado bancario y la dolarización, decretada por el entonces presidente Jamil Mahuad la movilización social provocó su salida del sillón presidencial, más tarde en el 2001, conjuntamente con el Frente Unitario de Trabajadores derrocaron al Coronel Lucio Gutiérrez.
Durante la mal llamada Revolución ciudadana, Rafael Correa persiguió, encarceló a dirigentes indígenas y sociales y trató de dividir al Movimiento indígena. En el 2009, cuando la CONAIE y las Juntas de Regantes y Agua Potable realizaron una marcha por la Defensa del Agua, la Vida y el Estado Plurinacional, entre otra acciones, que costaron vidas como la de Bosco Wisuma, el correato criminalizó la protesta social tildándolos de terrroristas
Pío se pregunta “¿Por qué el español negó al indio sus derechos de hombre y los sujetó a la servidumbre y el prócer de la independencia y el ciudadano de le República ha continuado esclavizándolo? Por egoísmo y por incomprensión, se contesta. Los gobiernos condenaron a la ignorancia, a la esclavitud y a los vicios que de estos males se derivan, y el indio le ha devuelto a la administración pública el contagio de su indolencia, de su servilismo y se ha convertido en un enorme peso inerte, de resistencia pasiva que entorpece toda la vida nacional”.
Luego de transcurridos 30 años del primer levantamiento indígena, en Octubre del 2019 se ha consolidado una ruptura de ese atavismo inconsciente histórico. Aquel Otro extraño se ha revelado a partir de sus justas reivindicaciones, de una conciencia de clase que ha puesto en jaque al estado, al gobierno de Lenin Moreno quien en varias ocasiones afirmó que no retrocedería en su decisión, a las élites de las cámaras de producción, a los aparatos de inteligencia de seguridad del estado como el Centro de Inteligencia estratégica (CIES), antes Secretaria de Inteligencia (SENAIN), quienes no cumplieron las labores a la que estaban destinados sino que se dedicaron a monitorear a los opositores del régimen en tanto los grandes medios de comunicación trataron de invisibilizar y minimizar la lucha popular al hacer aparecer esta acción como un acto vandálico y de terrorismo.
El movimiento indígena de alguna manera canalizó la rebelión y la ira contenida durante el correato. A pesar del decreto de estado de excepción y el toque de queda, pudo más su organización y su tesón, su resistencia ancestral que fue demostrada principalmente en la Amazonía y en la Sierra. Hizo una lectura correcta de la situación y se distanció de los infiltrados y desestabilizadores financiados por Rafael Correa con la pretensión de que no sea enjuiciado y que volviera al Ecuador como posible candidato. Sentó a la mesa de diálogo al gobierno de Lenin Moreno y le obligó a que se derogue el decreto 883 que eliminaba el subsidio a los combustibles y de paso logró que no se suban los pasajes.
Lo sucedido estos casi 12 días de paro nacional indudablemente que tiene muchas aristas. La mía es que el movimiento indígena salió fortalecido, volvió a tomar su protagonismo dentro de la política nacional. Emergieron nuevos líderes jóvenes indígenas como Leonidas Iza del Movimiento Indígena de Cotopaxi (MIC) y Jorge Vargas, Presidente de la CONAIE.
Las elites de la rancia burguesía principalmente la guayaquileña, la próxima vez lo pensarán dos veces antes de recomendar que los indíos se queden en los páramos.
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