Emergen la ira, el dolor, la impotencia, guardado durante los últimos años, contra un sistema que profundiza la desigualdad social; la movilización de diversos sectores sociales, la reactivación de la protesta social es la respuesta de un pueblo que ha visto por 12 años cómo sus gobernantes hicieron fiesta, se llevaron la plata, nos dejaron endeudados y ahora, alguien tiene que pagar la factura… Y como siempre los más vulnerables llevan la peor parte.
Los afectados por el paquete de medidas económicas no son solamente los transportistas, ni la clase media, ni los servidores públicos; son los trabajadores y trabajadoras de nuestro país, quienes con salarios menores a los $400 dólares tienen que mantener a una familia de 3 o 4 miembros, es a ellos a quienes afectan estas medidas, a los de a pie.
Afectan a quienes trabajan el campo con guadaña, con bombas, con diésel; a quienes deben sacar sus productos y a los que ahora el flete les costará el doble. Y es que la eliminación del subsidio a los combustibles no será absorbida por los intermediarios, ni por los grandes propietarios, ellos nunca pierden y haciendo uso de la especulación buscarán obtener mayores ganancias, mientras el rol regulador del Estado no podrá proteger a quienes conforman las fibras del Ecuador profundo.
El problema a discutir no es la permanencia de Lenin Moreno en la presidencia, ni la forma ruin con la que lo insultan usando su paraplejia; tampoco la incompetencia de quienes nos piden ponernos la camiseta, pero mantienen sus privilegios intocados.
Hoy nos vemos avocados a dilucidar el problema de fondo, y el problema es este sistema. Es integral. Es profundo. Es capitalista.
El problema son las viejas estructuras, los representantes que elegimos, las leyes que nos regulan, la falta de planificación y gestión de todos los niveles de gobierno; desde el modo de producción hasta la viveza criolla, atravesados por un racismo y machismo arraigados, todos componentes de una crisis que recién queremos ver.
¿Y la solución? Construir un mundo nuevo, creer que es posible un mundo de colores. Comprometerse con crear y criar seres humanos empáticos, sensibles, solidarios. Generar debate en nuestros espacios cotidianos para formar, para librarnos de prejuicios, para quitarnos el peso de los patrones. Históricamente se ha demostrado que organizarnos es la única vía para alcanzar cambios profundos.
Créditos de la imagen:
• Represión paro del autor Vladimir Cruz
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• Represión paro del autor Vladimir Cruz
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