Según declaraciones del Ministro de Defensa, Oswaldo Jarrín, las universidades eran centros logísticos de abastecimiento para los manifestantes y los grupos que actuaban vandálicamente durante las protestas y afirmó que en toda la protesta actuaron bandas criminales y grupos violentos cuya estrategia estaba destinada al derrocamiento del gobierno, a la inestabilidad política y a la finalización del Estado democrático.
Así el Gobierno, con argumentos irreales, llenos de mucha imaginación y parecidos a los guiones de comics de los “salvadores del mundo” versus “malvados villanos”, crea toda una película en la cual resulta ser la víctima de un enorme complot que pretende desconocer su “maravilloso y pulcro accionar”, en donde grupos estudiantiles alistaban campamentos tipo guerrilla y en la que las universidades eran los enormes centros de acopio y distribución de armas capaces de acabar con un Estado.
Ahí, donde se atendía a los heridos, se acogía a los niños, mujeres y ancianos, en donde muchos recibían un plato de comida después de las duras caminatas, en donde respiraban un poco de calma después de la fuerte represión vivida, en donde apenas se descansaba un poco de tanto dolor y angustia, en donde sentarse por unos minutos para ver cómo estaban sus familiares y amigos, ahí en donde todos vimos un refugio, el Gobierno miró un sofisticado y planificado centro logístico de armamento “digno de competir” con los de las Fuerzas Armadas.
Mientras tanto, los grandes medios hacen eco de este infantil argumento difamando, mintiendo y ocultando la verdad en un evidente pacto con la Derecha y labran el camino para justificar persecuciones y detenciones ilegales a dirigentes y activistas sociales, entre ellos los provenientes del sector universitario.
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