A la opinión pública democrática mundial -no a los multimillonarios copartícipes del capital financiero norteamericano- debió resultarle sorpresivo el asalto del Congreso norteamericano realizado por una turba enardecida de miles de partidarios del aún Presidente Trump tras una asamblea sostenida en los espacios públicos de la “Casa Blanca” canalizada por el mismo Trump sostenedor de un supuesto fraude electoral contra su reelección presidencial que precisamente iba a ser examinado en aquella sesión del Congreso estadounidense presidida por el Vicepresidente Mike Pence; multitudinaria marcha que llevó a cabo la toma violenta del Capitolio de Washington para impedir la posesión del nuevo Presidente electo de los Estados Unidos por el Partido Demócrata, Joe Biden.
Este hecho inusitado en la historia electoral de los Estados Unidos que ha sostenido ser la expresión plena de “la democracia” sustanciada en la realización de “elecciones libres” ha provocado una reacción democrática mundial dado que ocurre al interior de la primera potencia política y militar imperialista -no económica ni financiera- del mundo capitalista.
II
¿Qué está pasando en los Estados Unidos que han proclamado ser la expresión auténtica de la democracia durante el desarrollo de “sus elecciones libres”?
Los detalles de aquella multitudinaria marcha que logró temporalmente detener el debate que debía desarrollarse en el Congreso norteamericano en torno de una serie de denuncias de “fraude electoral” presentadas por congresistas del Partido Republicano en el Capitolio tiene como característica su identificación con grupos ultraderechistas como el movimiento QAnon que tiene una representación en el Congreso norteamericano con Marjorie Taylor; franjas sociales racistas que durante algunas horas rebasaron a la policía encargada de proteger la seguridad del Capitolio y se tomaron por la fuerza el ícono de la “democracia” del país capitoste del mundo occidental y cristiano, Estados Unidos, que dejó como saldo trágico cinco muertos.
¿Cómo así en el sumun del “mundo libre”, del “sueño americano”, ha ocurrido un fenómeno en que miles de partidarios del republicano Trump irrumpen en el Capitolio de Washington enarbolando la bandera de los Confederados Estados del Sur que perdieron la Guerra de Secesión librada de 1861 a 1865 cuyo turbio desenlace fue el asesinato de Abraham Lincoln quien abogaba por la industrialización de Estados Unidos que requería terminar con la esclavitud especialmente del pueblo negro norteamericano para dar curso a la explotación asalariada fabril como así se produjo?
Dicha antigua derrotada bandera de los Estados Confederados del Sur está asociada a las criminales acciones racistas del Klu Klux Klan que pervive en los Estados Unidos tras la cual se ha revivido la presencia de la llamada “supremacía blanca de reconstrucción” amparada en la denominada “Ley Crown” de 1890 que hoy nuevamente esgrime rabiosamente Trump contra los derechos de los pueblos y particularmente del pueblo negro norteamericano; pueblos que se han movilizado vigorosamente contra los innumerables crímenes raciales como el cometido contra el ciudadano negro norteamericano George Floid.
Política guerrerista que en el fondo atiza el desencadenamiento de una guerra mundial para impedir un nuevo reparto monopólico financiero del mundo tras el cual están los grandes trust industriales y financieros de los fabricantes y comerciantes de armas de los Estados Unidos quienes presionan por el desate de otra guerra generalizada contra China y Rusia países imperialistas que demandan un nuevo reparto de territorios y mercados para sus capitales de exportación los cuales han abierto importantes boquerones en el mundo capitalista-imperialista antes sometido al control hegemónico ejercido por el imperialismo norteamericano al introducir voluminosos capitales de exportación crediticia particularmente de China, confrontación que además se advierte en la intervención militar de Rusia en el Medio Oriente como parte de una franca disputa imperialista con los Estados Unidos de territorios ricos en petróleo y gas.
Disputa por un nuevo reparto que se viene desarrollando en América Latina y El Caribe que es la que se anida tras la agresiva embestida de las huestes ultraderechistas racistas blancas sobre el Capitolio norteamericano para intentar por la fuerza mantener como Presidente a Trump como representante de los capitales monopólicos relacionados con la fabricación y venta de sofisticadas armas para el desate de una Tercera Guerra Mundial que es la que agita las aguas de las confrontaciones financieras entre Estados Unidos y China tras las cuales se ubican los bloques imperialistas de China, Rusia y sus aliados y los Estados Unidos, Francia, Alemania y sus aliados.
Por supuesto que no se trata de una confrontación entre “defensores de la paz mundial” y agresivos promotores de una guerra generalizada mundial.
Debemos tener presente que fue Kennedy quien, siendo Presidente de Estados Unidos inicialmente apoyó la Guerra de Vietnam; que la invasión de Playa Girón contra Cuba, fue promovida por el mismo Kennedy como Presidente por el Partido Demócrata quien luego fue públicamente asesinado.
Tras estas violentas acciones debe tenerse en cuenta que el Partido Demócrata con Biden al frente se propone enfrentar, como lo ha expresado, en alguna medida la grave crisis económica acentuada por la pandemia del SARS-CoV-2 que el gobierno de Trump ha descargado sobre los trabajadores y pueblos de los Estados Unidos; ello, como medio para incorporar políticamente a una más amplia base social del pueblo norteamericano ante una posible guerra generalizada así como a los trabajadores y a los pueblos de Europa y de otros países aliados de los Estados Unidos para enfrentar el creciente incremento de los factores que están conduciendo a una cada vez mayor confrontación bélica que se teje en forma acelerada entre los bloques ya citados, uno de los cuales, el encabezado por China y Rusia, pugna por “un nuevo reparto del mundo ya repartido” como pincelaba un gran estratega político a nombre de los trabajadores y los pueblos de la tierra precisando las razones del desenvolvimiento de los acontecimientos políticos y militares que dieron curso al desarrollo de la Segunda Guerra Mundial.
Es por ello que rápidamente -durante la madrugada- fue restituido “el orden democrático” de la primera potencia política y militar del mundo capitalista-imperialista y se dio paso a la investidura de Joe Biden, representante del Partido Demócrata como nuevo Presidente de Estados Unidos de Norteamérica.
Luego de esta investidura los grupos monopólicos industriales y financieros representados por el Partido Demócrata van obligatoriamente a adoptar medidas sobre los precipitados agresores del ícono de la democracia estadounidense: el Capitolio de Washington.
Así se debe sobreentender las declaraciones del actual Presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, cuando convoca a la “Restitución de la Justicia” mientras el FBI va a la caza de los más violentos activistas de la intervención armada propiciada abiertamente por Trump sobre el Capitolio; medida acompañada de declaraciones tanto del Partido Demócrata como de algunos congresistas del Partido Republicano quienes exigen la aplicación del artículo 25 de la Enmienda Constitucional para destituir a Trump como Presidente -aunque falten pocos días para su reemplazo constitucional- como medida aleccionadora intransigente para lograr restituir el “establishment” que en el fondo se plantea eliminar las declaradas intenciones de Trump de lanzarse posteriormente a una eventual reelección para Presidente de los Estados Unidos, luego de reconocer su derrota electoral, en tanto agresivamente también ha declarado que “no asistirá al acto solemne de la envestidura pública de Biden como nuevo Presidente de los Estados Unidos” mientras persisten amenazas de los mismos grupos racistas “blancos” de ocasionar nuevos disturbios durante dicha alta y engalanada posesión presidencial.
Es decir: lo ocurrido ha precipitado y puesto al descubierto la realidad de la farsa “democrática” bipartidista “Republicano-Demócrata” predominante en los Estados Unidos tras la cual están los intereses de los grupos financieros monopolistas de la primera potencia política y bélica mundial que no se ha recuperado totalmente de la debacle financiera del año 2008 que tuvo como epicentro a los Estados Unidos; oligarquías financieras ultraderechistas que observan atónitas como se teje sobre sus cabezas la predominancia de nuevos capitales financieros que le disputan el control hegemónico del mundo capitalista-imperialista del cual eran poseedores hegemónicos los Estados Unidos luego de la Segunda Guerra Mundial.
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