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Por: Patricio Aldaz

Fotografía: Internet

La clase obrera recupera posiciones en el escenario internacional

 

La prolongada crisis económica que afectó al corazón del mundo capitalista desde el 2008 (principalmente a Estados Unidos de Norteamérica y a los países de la Unión Europea) y esparció las secuelas en todo el planeta, puso a flote las costuras ocultas del régimen capitalista y tuvo el mérito de visibilizar las agudas diferencias y contradicciones sociales del sistema.

 

En todos los países de Europa, la crisis orilló a las clases dirigentes a culminar el desmontaje de lo poco que quedaba del llamado “estado de bienestar”, erigido por la socialdemocracia y la democracia cristiana como la carta de salvación del capitalismo frente a posibilidad de la alternativa socialista.

 

Simultáneamente se desmantelaron, una tras otra, la mayoría de conquistas sociales alcanzadas por los trabajadores a lo largo de décadas.

La crisis ratificó además aquella tesis marxista de que, bajo el régimen capitalista, la burguesía resuelve sus crisis económicas mediante la agresiva destrucción de fuerzas productivas. Miles de fábricas cerradas, millones de puestos de puestos de trabajo anulados que fueron millones de hombres y mujeres lanzados a la desocupación.

 

Más, la recesión y la depresión económicas representan ciclos de un trajinar obligatorio de la economía capitalista, que también registra los tramos “buenos” de su desempeño: la reanimación y el auge. Ambos momentos son las dos caras de la desgastada moneda del capitalismo.

 

Sin embargo, los “tramos buenos” de la marcha del capitalismo son tan crudos y despiadados como los malos. Los signos de recuperación y superación de la fase dura de la crisis vienen acompañados de una serie de medidas e imposiciones, como para dejar en claro que su naturaleza (la del capitalismo) es esencialmente la misma en cualquiera de sus fases, en la crisis y en la bonanza.

 

Todos los países de Europa, bajo la tutela de la troika (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y la Unión Europea) ensayaron múltiples medidas económicas enmarcadas en la denominada austeridad fiscal, justificadas en el supuesto de corregir los desajustes financieros provocados por la crisis. Bajo ese esquema se adoptaron medidas como los drásticos recortes a los presupuestos de salud, la educación y otros servicios sociales, y se impusieron acciones regresivas en el plano de los derechos laborales, en el supuesto de promover incentivos para la recuperación del empleo. En la mayoría de países cursaron contrarreformas legales para revisar y rebajar los salarios, para facilitar y abaratar los despidos masivos, para modificar y precarizar las modalidades de contratación laboral y, por otro lado, se incrementó la edad para la jubilación y se rebajaron las pensiones jubilares.

 

En España, por ejemplo, se exhibe con bombos y platillos el supuesto de la recuperación económica y con ella el incremento del empleo.

 

Mas, se trata de la generalización del empleo precario, que fundamentalmente es contratado como temporal a pesar de vincularse a trabajos permanentes, exentos además de un conjunto de derechos laborales otorgados únicamente para los empleos estables. En el 2014, Los empleos estables representaron apenas el 7,2% del total de los empleos y, “Con datos de la EPA del tercer trimestre de 2014, hay que añadir que un 63,2% de los ocupados trabajaba a tiempo parcial por no encontrar un trabajo a tiempo completo (parcialidad involuntaria), frente a un 35,5% del mismo trimestre de 2008. En seis años se ha duplicado el tiempo parcial involuntario.”

 

Por su parte Estados Unidos, bajo la política del “rescate”, privilegió los multimillonarios subsidios a sus bancos que se estima fue de 850 mil millones de dólares, para evitar el descalabro financiero y, al igual que Europa, flexibilizó las condiciones de contratación laboral para “incentivar el empleo”.

 

Por otro lado, los síntomas de reanimación económica están acompañados de otras diversas evidencias que amenazan con el ingreso a una nueva etapa de crisis.

 

Múltiples expresiones de lucha en el mundo

 

En respuesta a las medidas anticrisis en la zona europea, se convocaron varias y, en algunos casos, sistemáticas huelgas generales en los diversos países de Europa. Incluso el 14 de noviembre (14-N) de 2012, se realizó por primera vez una Huelga General Europea, que tuvo como núcleo fundamental una huelga ibérica de España y Portugal, pero que logró incorporar acciones en Italia, Grecia, Chipre, Malta, Francia y Bélgica.

 

Particularmente Grecia, el país más enfermo de los integrantes de la Unión Europea ha enfrentado un período de gran agitación. Desde la revuelta y la huelga general de diciembre de 2008 hasta culminar el 2014 hubieron 32 huelgas generales, dos de las cuales se cumplieron el año pasado.

 

Fueron también importantes las acciones desplegadas en Irlanda, Inglaterra, Francia, Italia y Alemania. Y, si bien la magnitud de las acciones ha disminuido, están surgiendo nuevas expresiones de lucha.

 

En estos días, se desplegó una huelga de 74 días en Telefónica de España, que culminó el viernes 19 de junio. ¿Cuál es su particular importancia? Se trató de una huelga de los segmentos no regulares de trabajadores, de aquellos que la burguesía reivindica como los beneficiados de la recuperación económica, pero que enfrentan las condiciones laborales más precarias. En España se denominan contratas, subcontratas y autónomos. “Hemos sido capaces de luchar juntas personas de plantillas fragmentadas de distintas empresas que se han unido, subcontratadas y sobre todo autónomas. Hemos entendido el valor de una palabra la SOLIDARIDAD con mayúsculas, esa solidaridad que se te queda marcada de por vida. Que la patronal lo tenga claro: hoy salimos más unidos que nunca y nos vamos a mantener así”. Señala un comunicado de los trabajadores.

Múltiples expresiones de lucha se han realizado también en Estados Unidos de Norteamérica. Tuvo gran resonancia las manifestaciones del Movimiento Occupy Wall Street que inició en septiembre de 2011, apuntando simbólicamente al corazón financiero de esta potencia imperialista y, el 27 de septiembre de ese año, coordinó acciones en 52 ciudades norteamericanas.

 

En este país también se han multiplicado las expresiones de diferentes sectores que han reaccionado ante el recrudecimiento de sus diversas contradicciones económicas, políticas, sociales y culturales. Particularmente las protestas de los migrantes y las masivas y violentas reacciones de las comunidades negras en contra de la violencia racial de la fuerza pública, han tenido gran impacto.

 

Sin embargo, por la significación que encierran, las múltiples acciones de sectores de los trabajadores en EE.UU. tienen gran significación. En febrero de este año estalló la huelga de los trabajadores petroleros (de refinerías) en Texas y California y rápidamente se extendió a los Estados de Indiana y Ohio, que abarcó a los trabajadores de las principales petroleras multinacionales asentadas en Estados Unidos.

 

Igual ocurrió con los estibadores de casi todos los puertos de la costa oeste de Estados Unidos (29 en total), que tuvo grandes repercusiones . Los trabajadores portuarios combinaron diversas tácticas de lucha como la desaceleración del ritmo de trabajo, la coincidencia de los horarios de descanso, paralizaciones parciales, etc., con el fin de forzar el reconocimiento de un incremento salarial que, finalmente, fue alcanzado en marzo de este año.

China, la potencia imperialista en emergencia, que también sufrió el impacto de la desaceleración de su economía, no escapa a este desarrollo de las luchas sociales y huelgas obreras. “Según los datos recogidos por la ONG China Labour Bulletin (CBL), hubo al menos 1.378 protestas y huelgas obreras en 2014, más del doble que en 2013 (656), y tres veces la cifra de 2012 (382). Hubo un incremento drástico en el último trimestre de 2014, se registraron 569 huelgas, una aceleración en los trimestres anteriores y casi cuatro veces el número en el mismo período del año 2013.”

Se destaca en estas acciones, el estallido de la huelga en las fábricas de calzado Yue Yuen en abril de 2014, protagonizada por más de 40.000 trabajadores, una de las más grandes luchas laborales de los últimos tiempos.

Este ascenso sostenido de las acciones de lucha de los trabajadores está en proporción inversa al sistemático recorte y violación de los derechos de los trabajadores, que han sido acompañados incluso con rebajas salariales, despidos y hasta estafas flagrantes en pagos de obligaciones atrasadas y la seguridad social.

El Continente Africano también ha sido teatro de grandes acciones obreras y populares. Luego de la denominada “primavera árabe”, que sublevó a las masas populares de la región norte de África contra las dictaduras monástico-burguesas disfrazadas de democracias, el péndulo se orientó hacia muchos países de África Central y Sud África.

Según varios análisis África enfrenta el agotamiento del neocolonialismo que, junto a los coletazos de la crisis, está provocando la exacerbación de las contradicciones y desbordando los conflictos de todo orden y nivel. Mas, la constante en casi todos los países son las crecientes expresiones de lucha de los trabajadores y los pueblos. Veamos algunos ejemplos.

 

En Sud África, en el 2014 los principales sectores de su economía: el minero y metalúrgico fueron impactados por poderosas huelgas laborales. A partir de la victoria alcanzada por los trabajadores mineros del denominado cordón del platino, luego de que unos 70 mil obreros realizaran una huelga de cerca de 6 meses, 230.000 trabajadores de otros sectores mineros y de otras ramas de la producción iniciaron una huelga indefinida en demanda de incrementos salariales y otros derechos de los trabajadores.

 

Estas acciones son la continuación de múltiples huelgas que vienen realizando los trabajadores (principalmente mineros) desde los años anteriores, principalmente desde el 2012.

 

En octubre de 2014 tuvo lugar en Burkina Fasso, una insurrección popular que derrocó del gobierno de Blaise Compaoré, que ejerció el poder desde 1987 en nombre de una falsa democracia. Como lo señala el Partido Comunista Revolucionario Voltaico: “La insurrección popular fue saludada por los pueblos oprimidos de África y del mundo, y ha tenido un alcance histórico inmenso nacional, subregional e internacionalmente.”, valorando que: “Demostró que la clase obrera y el pueblo pueden realizar la insurrección popular y derrocar a sus opresores de la burguesía reaccionaria y las potencias imperialistas”

 

Nigeria, el mayor productor de petróleo de África, enfrentó el pasado mes de mayo de este año una huelga petrolera que generó una crisis de energética de grandes proporciones, dado que a la escasez de combustible, que paralizó múltiples actividades incluido el transporte aéreo, se sumó la reducción de la provisión de la energía eléctrica, debido a la paralización de las generadoras que funcionan a gas. En la coyuntura política del cambio de gobierno, las autoridades se vieron obligadas encontrar una salida al conflicto. Esta fue una más de las múltiples acciones de lucha de los trabajadores nigerianos-

 

También Turquía, país considerado la puerta al Oriente, es escenario de un creciente movimiento huelguístico. Pese a las múltiples artimañas del régimen y los empresarios 15 mil obreros metalúrgicos declararon la huelga en febrero del presente año, pertenecientes a 22 fábricas de esta rama localizadas en 10 ciudades.

 

América Latina por su parte, es escenario de crecientes manifestaciones de inconformidad y demandas populares.

 

México está destapando los hedores de una sociedad en descomposición. Las huelgas, protestas y manifestaciones son expresiones cotidianas. Las luchas estudiantiles, magisteriles, obreras, campesinas y poblacionales se multiplican, principalmente a raíz del asesinato de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa en el Estado de Guerrero. Como lo analiza una organización revolucionaria: “La masacre de Iguala generó un gran despertar entre la mayoría del pueblo mexicano. De manera acelerada y vertiginosa el movimiento de masas creció, elevando las formas de lucha pasando de marchas a megamarchas, de jornadas estatales (en Guerrero) a jornadas y paros en todo el país y de éstas a jornadas internacionales (Días de Acción Global por Ayotzinapa), con acciones y formas de lucha de todo tipo que se complementaron y proyectaron como un gran frente de lucha contra el régimen de la oligarquía”.

 

Argentina culminó una jornada de lucha de 36 horas con un Paro Nacional el 9 de junio, que alcanzó una masiva adhesión de los trabajadores y paralizó hasta los vuelos internacionales. Bajo la consigna de “No al ajuste”, los trabajadores y pueblos de Argentina persisten en una creciente resistencia a las políticas del gobierno de Cristina Fernández de descargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores, al tiempo que consolidan posiciones y alternativas democráticas, populares y de izquierda para encarar las futuras elecciones.

 

Desde hace varios años, la juventud estudiantil chilena ha persistido en su lucha por reclamar cambios sustanciales en la Educación y los derechos estudiantiles. Esta lucha ha tenido momentos de confluencia con los trabajadores (particularmente con los mineros del cobre) y con los maestros que demandan mejores condiciones laborales.

 

Brasil ha visto multiplicar las manifestaciones de inconformidad y exigencia de diversos sectores sociales. Los reiterados escándalos de corrupción sumados a la agudización de los problemas económicos, sociales y políticos del país, han elevado el descontento y las exigencias de los trabajadores, la juventud y amplios sectores populares.

 

En Perú, por su parte, en el 2014 las huelgas producidas en el primer semestre representaron 1.642.562 horas de trabajo, únicamente en el sector privado, que significaron 3 veces más que en igual período del 2013. Mientras en el sector público, han sido reiteradas las acciones de los educadores y de los trabajadores y profesionales del sector de la salud. A todo los cual hay que sumar las reiteradas acciones de las comunidades de territorios mineros que se ha levantado contra la explotación minera y sus nefastos efectos contaminantes, a pesar de las violentas acciones represivas del régimen. Esta tendencia ha persistido y explica la reciente huelga de 70.000 obreros mineros que fueron a la huelga en mayo pasado reclamando por sus derechos laborales, en medio de un convulsionado escenario luego de la violenta represión en contra de las protestas contra el proyecto minero Tía María, que dejó 3 muertos y más de 200 heridos.

En Colombia, luego del poderoso Paro Agrario de agosto del 2013, que puso en jaque al gobierno de Juan Manuel Santos, las expresiones de inconformidad y protesta se han multiplicado. En abril del 2014 se convocó un nuevo Paro Agrario. Miles de trabajadores mineros dependientes de diversas empresas mineras multinacionales han acudido al recurso de la huelga ante las condiciones de superexplotación laboral. En mayo pasado, los maestros alcanzaron una importante victoria luego de 17 días de huelga indefinida de 350.000 maestros agremiados en FECODE.

 

Y Ecuador no es la es la excepción. Luego de un período de afectación a la movilización popular como resultado de la ofensiva e intimidación de la política demagógica y represiva del régimen correísta, en este mes de junio se cumple un año de un proceso sostenido de reanudación de la movilización y la lucha de los trabajadores y de diversos sectores sociales. Liderado por los trabajadores agrupados en el FUT, el conjunto del movimiento social organizado y no organizado ha evidenciado un ascenso en las expresiones de movilización y lucha. Ha reiterado su rechazo y repudio a las políticas del gobierno en diversas y crecientes jornadas de movilización y lucha.

 

La decisión de la última Convención Unitaria de convocar a un Paro del Pueblo, por la Plataforma del Colectivo de Coordinación Unitaria, junto de las nuevas expresiones de rechazo a los proyectos de leyes de herencias y de plusvalías, expresan la determinación de los trabajadores y los pueblos del Ecuador de persistir en la lucha y radicalizarla hasta derrotar la nefasta política del régimen correísta que, buscando apuntalar su proyecto de modernización capitalista arrasa con los derechos de los trabajadores y los pueblos, al tiempo que apunta a sortear la crisis, cargando al pueblo con nuevos impuestos.

 

Potencialidades y límites de este proceso

 

Para las fuerzas revolucionarias resulta enormemente alentador todo este proceso de recuperación del movimiento social a escala internacional, particularmente del rol que en mismo viene jugando la clase obrera y las organizaciones sindicales.

 

Al igual que la crisis desnudó las costuras del capitalismo, evidenció también la pervivencia de las contradicciones de clase que este sistema encierra, principalmente la existente entre el capital y el trabajo, entre la clase obrera y la burguesía.

 

Esta verdad, tan insistentemente negada o desfigurada en los últimos tiempos, a través de antojadizas interpretaciones de un supuesto rebasamiento de las divisiones y contradicciones de clase en la sociedad capitalista contemporánea.

 

Sin abstraernos de los cambios que, por intermediación de múltiples factores han incidido en la sociedad, como el impacto de la revolución técnico – científica y otros, que nos trasladan a una realidad diferente a aquella existente en el contexto de la revolución industrial, no podemos por ello dar por superada la esencia y naturaleza de la sociedad capitalista.

 

El modo de producción capitalista, al igual que los anteriores, no puede ser superado por un simple transcurrir y evolución del tiempo, sino, únicamente, por la sustitución con el nuevo modo de producción, que no será otro que el socialista. Y, esa sustitución no puede producirse sino mediante la revolución social.

 

En realidad, en las últimas décadas –principalmente luego de la caída del Muro de Berlín– múltiples teorías e interpretaciones han buscado cubrir con un manto de confusión la naturaleza y esencia del sistema capitalista. No pocos dieron por superadas –o al menos amainadas– las contradicciones económicas, sociales y políticas que le son inherentes.

 

De mano con estas concepciones, se propuso que otro tipo de contradicciones alcanzaban supremacía. Que los problemas de la contaminación, de la paz, de las nacionalidades, de los derechos de género, etc., se principalizaban y, por tanto, la clase obrera, su lucha y su causa quedaban en un plano secundario.

 

No puede desconocerse que todas estas ideas también lograron impactar en la propia clase obrera, incidieron para su desmovilización, aportando así, incluso involuntariamente, a dar sustento a las ideas anotadas.

Efectivamente esta combinación de factores, determinaron un período de aletargamiento de la lucha de la clase obrera. En algunos países pasaron décadas sin que se observen luchas trascendentes del movimiento obrero y sindical.

De ahí la importancia de destacar la significación y trascendencia de las luchas obreras de los últimos tiempos que, desde luego, están rodeadas de nuevos y valiosos componentes. Las nuevas experiencias están también sacudiendo las viejas estructuras sindicales. Muchas acciones obreras han rebasado a las direcciones o las han forzado a definiciones radicales, al menos en la coyuntura.

En general, no se tratan de luchas y acciones exclusivamente obreras o sindicales. En la mayoría de los casos, se expresan amplios movimientos sociales en torno al núcleo central de la clase obrera, lo cual constituye un signo altamente positivo en el presente y la proyección de sus acciones.

 

Se puede constatar, casi como una constante, la coincidencia de los trabajadores con la juventud (principalmente estudiantil), lo que de suyo encierra grandes potencialidades.

 

Otro componente sustancial de la recuperación del movimiento sindical y popular, es la amplia coincidencia con el gran universo de sectores sociales. Las plataformas de lucha han incorporado demandas de los trabajadores públicos y privados, de los pueblos y nacionalidades indígenas u originarios, de los campesinos, de los ambientalistas, de los profesionales y jubilados. Puede decirse que la mayoría de sectores afectados por las políticas capitalistas, tanto de las desgastadas recetas neoliberales cuanto de las vertientes llamadas progresistas, con confluido en estas acciones.

 

En síntesis, los niveles de unidad de las fuerzas populares en torno a las plataformas de lucha, han alcanzado nuevos y trascendentes niveles y se desenvuelven en experiencias inéditas.

 

Si bien en el campo de la relación de las fuerzas sociales en lucha con los partidos y movimientos revolucionarios y de izquierda es diferenciada y alcanza niveles distintos en cada país, no puede desconocerse que en la raíz está presente la acción de las organizaciones políticas revolucionarias, que muchos de los dirigentes y líderes de la lucha sindical y obrera forman parte de las filas de partidos revolucionarios.

 

En algunos casos la dinámica de la lucha social aportó a desmontar la hegemonía de las fuerzas políticas tradicionales de la burguesía en el gobierno, como ocurrió en Grecia con el triunfo de Syriza y, en un nivel, en España, refiriéndonos a los procesos electorales. Sin embargo, sin rebajar la importancia de estos pasos, habrá que tener en cuenta que las nuevas fuerzas políticas que capitalizaron el descontento, no superan la propuesta del progresismo burgués.

 

En este plano, ha tenido gran importancia el reciente resultado electoral en Turquía, en donde el partido gobernante de Erdogan, pierde la mayoría absoluta (y, en consecuencia, su perspectiva de perpetuarse en el gobierno), a manos de una amplia alianza democrática que incorpora a la nacionalidad Kurda, amplios sectores sindicales y sociales y organizaciones políticas revolucionarias.

 

Otra experiencia en marcha es la de Argentina. La constitución del Frente Popular como alternativa política laboral, popular y de izquierda, se consolidó en medio de la preparación y desarrollo de la poderosa huelga general del pasado 9 de junio.

En México, la reacción popular a la farsa electoral tuvo gran significación. La generalizada reacción de los trabajadores y los pueblos ha acelerado el desenmascaramiento del Estado burgués mexicano, que eleva sus síntomas de su descomposición.

 

En el caso ecuatoriano, la articulación del movimiento sindical y social en ascenso con la perspectiva de una alternativa popular y de izquierda en la próxima contienda electoral constituye una agenda pendiente que es obligatoria asumir para todos sus actores.

 

Con todo, en la generalidad de los casos, uno de los más importantes límites que se puede visualizar en este ascendente movimiento social, es precisamente la débil articulación de sus luchas con la causa emancipadora, con la perspectiva de la transformación social, que implica la superación del capitalismo y su reemplazo con el socialismo, único sistema posible en el escenario del pos capitalismo.

 

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Las Casas Oe3-128 (entre América y Antonio de Ulloa)

Quito-Ecuador

ISSN 1390-6038

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