Esta propuesta que ya tiene varios adeptos en varios continentes , también tiene detractores , de ahí que se emiten criterios como: se trata de “ un plan para encerrar a la población en su barrio”, que lo califican así partidos de la ultraderecha, y dicen es comunismo (? ). En ciudades como Oxford , Edmonton ( Inglaterra y Canadá) hubo protestas en las calles.
El proponente Moreno ha dicho “Son locuras que expanden la ultraderecha, los antivacunas y los negacionistas climáticos. La ciudad de los 15 minutos es lo contrario, que puedas moverte libremente por tu barrio a pie o en bici, y luego por toda la ciudad en bici o transporte público, que es el medio para conectar los barrios”. Hay ejemplos por el mundo: Bogotá lo aplica con sus “barrios vitales”, que quitan sitio al coche para crear nuevo espacio público, Milán apuesta por las bicis y las peatonalizaciones, y Buenos Aires trata de que cada vecindario tenga mercados, espacios verdes y servicios sanitarios. En España, Pontevedra y su centro peatonal se adaptan perfectamente a esta idea. “La gente puede visitar cualquiera de estas ciudades para comprobar lo que están haciendo, que dista mucho de encerrar a nadie”.
Se menciona también que es un intento de fraccionar las ciudades en guetos identitarios , Moreno, respondió que : “Al contrario, se trata de regenerar la ciudad y reequilibrar sus categorías sociales. Cuando tenemos más zonas verdes con actividades de ocio y deportivas en lugar de coches, se regenera el tejido social y la gente de diferentes estratos se encuentra en las calles y tiene más conciencia social”.
Por otro, urbanistas en España mencionan que el un ayuntamiento está comprando edificios y mezclando sus usos, para que pueda haber oficinas, viviendas y uso comercial en un mismo inmueble ( coworking ) .
Otro argumento esgrimido es “que cerrar calles al tráfico quita libertad de movimiento”. A lo cual respondió : Los ciudadanos tenemos garantizada la libertad de movimiento, pero eso no significa que tenga que ser en coche. “La libertad no es meterte en un atasco durante una hora en un automóvil que pesa una tonelada y ocupa 12 o 15 metros cuadrados con una sola persona”, señala Moreno. “En una zona compacta puedes ir a pie, en bici, en metro, en tranvía, en autobús. Seguir apostando por el coche no es libertad de movimiento, es no querer cambiar un mundo que se termina. Los autos contaminan el aire, sus frenos emiten partículas malas para la salud, y la gasolina impulsa el cambio climático. Hay que cambiar la manera de movernos”, continúa.
Las críticas furibundas y exageradas a las restricciones al coche han sido una constante: en 2018, el actual consejero de Transportes de Madrid, David Pérez, comparó Madrid Central con el muro de Berlín.
Ninguna urbe europea ha propuesto vetar los coches, pero muchas están poniendo en marcha zonas de bajas emisiones para restringir el paso a los más contaminantes. David Lois, profesor de Psicología Social en la UNED y experto en movilidad, considera que estos bulos son “una reacción minoritaria de carácter reaccionario” que siempre se producen ante medidas de salud pública: “ocurrió con la prohibición del tabaco, con el covid, y con la racionalización del uso del coche. Y con un hilo conductor, el irracionalismo, es decir, una reacción emocional que no está fundamentada en hechos”. No se pretende eliminar los coches, pero sí reducir su uso en las urbes compactas, donde hay otros métodos más eficientes, como el transporte público. Lois profesor español señala que hay un reparto injusto de la urbe: los coches “tienen entre el 60% y el 70% del espacio público, cuando en Madrid o Barcelona solo el 25% de los desplazamientos son en coche, y el 50% de ellos, de menos de cinco kilómetros”. Por eso, “hay que hacer más fácil caminar y moverse en bici, que es la movilidad activa, la que mejora nuestra salud, y reducir el uso del coche privado, lo que mejora la eficacia y rapidez del transporte público”. “La gran mayoría de la población está a favor de estas medidas, pero frente a ellas hay una minoría extremista que pretende mantener el statu quo, que es totalitario para quienes no usan el coche”.
Otra parte de la oposición dice “Nos obligarán a todos a ir andando o en bici”
Nos “Impedirán llegar a los centros comerciales”, frente a esta idea absurda, Moreno apuesta por “el derecho a vivir en la ciudad”. ¿Qué quiere decir? “Nos han acostumbrado a que lo esencial es el alojamiento y el trabajo, pero también lo es tener cerca espacio público de calidad, parques, zonas de juegos, restaurantes y tiendas. ¿Quién va a preferir hacer dos horas de coche para ir y volver al centro comercial en lugar de tener una vida en cercanía y compartirla con la familia? Si tienes la posibilidad de hacer las compras en proximidad y a cambio puedes estar más tiempo con tus amigos, con tus padres, con tus hijos, ganas en calidad de vida”. Por supuesto, quien prefiera ir a centros comerciales lo podrá seguir haciendo.
Izaskun Chinchilla, catedrática de Práctica Arquitectónica en la Bartlett School de Londres, desmiente que este modelo urbanístico obligue a una socialización no deseada: “Esta idea no pone en tela de juicio una de las grandes conquistas de la ciudad, que quien quiera ser anónimo pueda serlo, y tenga libertad para el disfrute individual”. Sin embargo, “la relocalización de muchas actividades en el barrio a una distancia caminable puede ser fantástica para quien quiera pasar más tiempo con los niños, con los mayores, o realizar actividades con los vecinos en un espacio público de calidad”. Es lo que ya ocurre con las supermanzanas (o superillas) en Barcelona, cuyo nuevo espacio peatonal aprovechan los niños para jugar, los mayores para descansar y los jóvenes para divertirse
“Sin coches cerrarán los comercios” “Es justamente al contrario”, contrapone Moreno, “si te ocupas de una manera constructiva de tu barrio, lo pones más bonito, creas el espacio público para las personas, lo haces más caminable, tienes equipamientos culturales, sitio para sentarse, exposiciones, la gente sale más a la calle y eso genera un espacio público de calidad donde el comercio puede volver a instalarse”.
Según Sara Ladra, “París ha creado una empresa pública municipal para la compra de locales comerciales vacíos, que degeneran los barrios; los rehabilitan y los ponen en alquiler asequible para el pequeño comercio”. Moreno retoma: “El alcalde de Pontevedra, Miguel Anxo Lores, apostó por peatonalizaciones hace tres décadas, y cuando voy por allí paseando los comerciantes me dicen que los coches no compran, que quien compra es la gente. Y cuanto más camines tranquilo, más posibilidad hay de que te pares a comprar.
Antes de la difusión y ejecución de este proyecto o propuesta varias ciudades han tomado medidas como restricciones en el transporte vehicular (pico y placa, control de tipos de vehículos o años de fabricación, circulaciones prohibidas por determinadas zonas, etc.), otras motivan para la movilidad ciudadana usando otros medios como construyendo ciclo vías, determinan zonas y días para un tipo de circulación en bici. Lo cual es bien visto en varias partes del mundo.
Si bien es cierto las restricciones a la circulación ya se aplican , casi nadie se opone , es más ya pagan peaje los vehículos para ingresar en lugares históricos o centros de las ciudades como en Londres donde debe cancelar 14 euros al día, igual en Estocolmo, en Roma se puede circular si se es trabajador o residente , en París no hay parqueaderos en el centro gratuitos. Claro está que estas medidas más bien tiene como objetivo, antes que ser medidas ambientalistas, facilitar la instalación de diversas empresas en los centros de las ciudades y dar cabida a franquicias y todo tipo de empresas capitalistas que son las que se instalan con rapidez y facilidad en esos lugares.
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