Homenaje al gran hermano de la vida Alfonso Chávez Jara

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¡Vamos compañeros, adelante!

Mi palabra se viste de esperanza… naveguemos que junto a todos/ los que ansiamos libertad,/ pronto, / estaremos en un brazo / de una sola intención multiplicada.

Cómo conocimos a Alfonso?

Hablar del taller literario Sacapuntas, es volver la mirada a una época extraordinaria en el desarrollo cultural de Riobamba, la tierra de los dos grandes Miguel Ángel León y Miguel Ángel Zambrano,  a  finales de los 80 regresa a su tierra natal, Alfonso Chávez, un personaje especial, por sus locas ideas cargado una alforja de sueños,  cambios que su ciudad necesitaba urgentemente, venía de Quito donde formaba parte de varios grupos literarios y se enroló con escritores y artistas con mentalidad de izquierda y de ayuda social.

El mundo entero y Latinoamérica comenzaba a caminar bajo  los ideales del vanguardismo, autonomía y libertad de expresión.

Los Sacapuntas nacimos con la caída del muro de Berlín, el fin del terror de Augusto Pinochet, y la disolución de la Unión Soviética, época en donde los pensamientos tuvieron alas de cambio, buscaron nuevos horizontes, y es así que se transforma la Casa de la Cultura de Riobamba, en la casa de todos, abre sus puertas a todos los jóvenes y artistas que quieran embarcarse en el tren de los sueños. Así conocimos a nuestro gran hermano mayor de las letras, al soñados por un mundo de igualdad, sin hambre y opresión.

Es Alfonso con un grupo de amigos quien crea el taller literario Sacapuntas, integrado por Franklin Cárdenas, Bayardo Ulloa, Dolores Díaz, Socorro Guerrero, María Eugenia Lima, Inés Martínez, María Eugenia Lima, Glenda Zapata, José Lalón, Ariruma Kowi, Duel Phillipe, Marco Pino, Jorge Patarón, Gladys Paredes, y muchos más que llegaban veían lo que pasaba en las sesiones de talleres y nunca más regresaron.

Posteriormente se integran al Taller Carmita Rojas, Lenin Melo, Mariana Cauja, Diego Calvopiña, Guillermo Montoya, Gabriel Cisneros, Luis Yaulema, Mauricio Larco, Paúl salgado.

“Alfonso decía al taller literario hay que ubicarlo como la palanca social necesaria, para contrapuntear estas ideas, para echar por la borda esa consciente aunque inocente pose de estrellato o esa inconsciente y agridulce soledad que nos vuelve naves azarosas, bamboleantes, a punto de naufragio”.

Alfonso Chavez Jara

Abro comillas, Entonces aglutinó y el mismo se integró, a una bandada de jóvenes que por entonces rondaban en los pasillos de la casa de la Cultura y el Café Vísperas, en busca de echar a volar sus avioncitos con versos y sus cometas de cuentos desde el último piso del edificio inconcluso donde funciona ahora la Casa de la Cultura, al que todavía le faltaban un buen techo, para que se cubrieran del frío de sus cálidos sueños…

Y así fue como invitó a Wilo Ruales para que coordinara y, fuimos luego sus hermanos, Matapiojo: Félix Castañeda, Víctor Vallejo y Diego Velasco, quiénes echaron ropa de versos en un cordel de hermandad literaria. “, y el último coordinador de los sacapuntas Nuestro recordado amigo Pablo Yépez. Bajo la dirección de Diego Velasco se publicó la primera revista sacapuntas, la segunda coordinó Víctor Vallejo, la tercera — el libro de los nobeles sacapuntas Pablo Yépez.

Nuestros encuentros se tornaron cada vez más exigentes, eran días de lecturas, de investigación, de compartir ideales no solo para nosotros sino para nuestra sociedad, de ahí el lema de la CCCH, forjamos la memoria colectiva.

Recuerdo que en Quito y Guayaquil ya existían los talleres literarios, por ejemplo Marco Pino  había participado en  Guayaquil, con Miguel Donoso Pareja y Alfonso era camarada del gran poeta Rafael Larrea de los Tzánzicos con quién tuvimos el honor de compartir sus palabras tejiendo esperanzas en la frialdad de las mejillas pintadas de hambre con nostalgia, Alfonso Murriagui, amigos Matapiojos, de la Pequeña Lulupa, y la Mosca Zumba, la Pedrada Zumba,  de ahí la creación de los famosos encuentros de Literatura, Nacional e Internacional  Miguel Ángel León Pontón, a los que asistieron grandes poetas jóvenes locos igual que nosotros con los mismos objetivos, una sociedad más humanizada. Es importantísimo nombrar a nuestro recordado Euler Granda, que su poesía estaba cargada de realidad y con tropos de gran calidad literaria.

Una época grandiosa para Riobamba como el corazón de los Andes, en pocos años, fue el centro de conversatorios de análisis y crítica con grandes representantes de la literatura nacional como latinoamericana, charlas con Eliécer Cárdenas, con Jorge Velasco Makencie, en estos encuentros hicimos amistad con Makarios Oviedo. Raúl Pérez Torres, Julio Pazos, Juan Manuel Roca, Henry Luque, Elsy Santillán, Ruth Basante,

Recordamos con mucho cariño a otro compañero trovador de la palabra a Pablo Yépez. Quién invitó a nuevos integrantes como Patricio Cárdenas. Cada Sacapuntas buscó su propio lápiz para escribir su historia de sueños y de madrugadas solitarias, nunca perdimos el contacto con Diego Velasco, y Pablo Yépez a quiénes les consideramos nuestros hermanos mayores de la poesía en nuestro caminar.

La característica principal de estos talleres era motivar a los jóvenes a crear, a soñar, a pintar el abecedario en el espacio y formar un arcoíris de pensamientos, tejidos con las emociones desbordantes de nuestros sueños, pensando siempre en cambiar al mundo, siendo seres humanos con muchísima emotividad, humildad y humanismo.

Como parte de los Sacapuntas rendimos homenaje a nuestro mentor, camarada de ilusiones y de lucha.

La Casa de la Cultura Ecuatoriana presentó su colección editorial, la obra completa del poeta bohemio y suscitador Alfonso Chávez Jara bajo el título, El camino incesante de la palabra. Esta compilación tiene textos de los libros Canto de vuelo firme, Inquilina noche, La media noche sacude la memoria y del inédito Instantes “ Amo al volcán/ por su afición al incendio/ y el agua / serpenteada golondrina/ que acaricia la gruta de mi paz./ Así el volcán en guerra/ o el agua / roncadora cristalina /dormida leona en lago/ van como el día.” Fragmento del poema Celador.

Alfonso fue gran suscitador, dinamizador de procesos culturales y democratizar la cultura, llevándola a todos los niveles sociales, dejando para Riobamba y el país un gran legado cultural y ejemplo de lucha por una sociedad libre y respetada.

Así dijo el gran camarada Rafael Larrea en unas líneas dedicadas para Alfonso. Poeta por convicción, por necesidad, por motivación vital. En su poesía dio rienda suelta a su calidad humana, recuperando resonancias inéditas, nombrando las cosas con sus verdaderos nombres y animando a que nazcan frutos por todas partes.

No aceptamos que se sienta tu ausencia como el grito del océano abandonado…No debe faltar tu voz entre nosotros. Y no faltará.”

En la travesía de sus poemas encontramos: una Historia con paraguas, era un presagio de la huida, prohibida de la noche viajante, en la media noche que sacude la memoria, para vivir un principio en la geografía de un grito, cuando decía, ya estoy aquí mamá con el clarín para inquietar a la ternura, junto a un réquiem por un recuerdo con la canción preferida para Violeta Parra y un verso para Dolores Cacuango en espera de un repique para llamar al día.

Por: Gladys Paredes B

Revista Rupturas
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