Homenaje a Jaime Hurtado: un hombre sensible, firme y consecuente

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Las condiciones para que un gran hombre surja, van apareciendo desde la niñez y luego más adelante, con hechos y experiencias de vida, que a la vez que impactan su subjetividad, también van esculpiendo su cerebro con intrincadas nuevas conexiones neuronales que forjarán su intelecto, su carácter y determinación.

Si nos adentramos en el estudio de la vida de Jaime Hurtado, quizá todo lo que conocemos del entorno de su particular, temprana y dura vida, permitiría el aparecimiento paulatino de los rasgos con los que maduraría posteriormente el líder que siempre fue.

Desde su natal Malimpia –a los 10 años- salió a estudiar en la capital de su provincia, Esmeraldas y, beneficiado por una beca, continuó su formación de secundaria en Guayaquil, en donde también culminaría su formación universitaria, período en el que destacó también como un gran deportista.

Todo ese vigoroso caudal juvenil desembocaría en 1966 con el descubrimiento y adscripción de Jaime Hurtado a un partido político que promovía nuevas y asombrosas ideas revolucionarias que estaban impulsando la transformación del mundo de una manera vertiginosa desde 1917, con el surgimiento del primer gobierno de los trabajadores en la historia humana y la emergencia de nuevos Estados Socialistas después de la segunda guerra mundial.

Apenas unos años antes a 1966, se había gestado la revolución cubana y América Latina era una región de pueblos en lucha. Esas ideas asombrosas que descubrió Jaime eran las ideas emancipadoras para hacer realidad el socialismo y el comunismo. Se traba del Marxismo Leninismo.

A partir de ahí, a su alrededor convergen con más fuerza los elementos que permiten a los individuos como él, aportar al desarrollo de la historia. Jaime era el que junto a los camaradas de su tiempo y estrechamente relacionado con numerosos y diversos sectores sociales enseñaba a través de sus reflexiones pausadas y de sus discursos que desarrollaba a través de su voz atronadora, que era urgente e inaplazable, que a la minoría dominante se le arrebatara la conducción del Estado para ponerlo al servicio de las mayorías y de esa manera iniciar la construcción de la Patria Nueva.

A Jaime Hurtado hay que explicarlo también desde las raíces de su lúcida individualidad:

“Por tanto, si se quiere investigar las fuerzas motrices que –consciente o inconscientemente, y con harta frecuencia inconscientemente– están detrás de estos móviles por los que actúan los hombres en la historia y que constituyen los verdaderos resortes supremos de la historia, no habría que fijarse tanto en los móviles de hombres aislados, por muy relevantes que ellos sean, como sí en aquellos que mueven a grandes masas, a pueblos en bloque, y, dentro de cada pueblo, a clases enteras.” (Engels, El fin de la Filosofía Clásica Alemana)

Los pueblos con sus luchas son los que transforman la realidad y la historia, es cierto, pero es innegable la importancia del rol de los individuos en la historia, ellos son los que “están dotados de particularidades que le convierten en el individuo más capaz de servir a las grandes necesidades sociales de su época, surgidas bajo la influencia de causas generales y particulares”, como afirma G. Plejanov. Uno de esos líderes destacadísimos fue Jaime Hurtado.

Yo lo conocí –subido en la tarima en la Plaza de San Francisco-, al tratar de captar en fotografía sus más recios y característicos gestos de comunicación. Iniciaba muy pausadamente su intervención, luego cerraba sus ojos, levantaba sus manos y enérgicamente las bajaba transformadas en cerrado puño, para con claridad expresar sus pensamientos con los que, en algunos pasajes de sus discursos nos hacía inevitablemente emocionar profundamente, denotando con ello un muy alto y poderoso dominio de la proxemia.

Más tarde Jaime fue aquel generoso compañero, que me compartió alguno de sus libros, uno de ellos que recuerdo con claridad fue un tomo de una bella edición rusa de gran formato, del gran poeta Vladímir Mayakovski…lo abrió en una parte en el que tenía colocado un papelito, y leyó con su voz alta, entre nasal y terrosa antes de entregármelo.

A ti, maquinista cubierto de hollín,
A ti, minero que cavas las moles primigenias de la tierra,
Bendito seas,
Bendito seas, bienaventurado.
¡Gloria al trabajo humano!

Pero es muy conocido también el modo con el que tomaba la iniciativa en sus discursos como Diputado de la República para defender implacablemente los intereses del país, en uno de ellos argumentó a favor de la Universidad Central del Ecuador en 1999.

“Ayer el diputado socialcristiano Marcelo Dotti, decía que el problema de las universidades no se puede ver con óptica ideológica. ¿Porque no? Si los enemigos de las universidades dicen que no sirven y que son un centro de crimen y de sangre ¿Quién decía esto? Lo decía el Ing. Febres Cordero porque es enemigo de las universidades, claro, con su concepción reaccionaria y atrasada. Lógico, esa es su posición ideológica (…) Entonces a la universidad si hay que verla con óptica ideológica, dependiendo precisamente de cómo funciona y a que estrato de la sociedad sirve.” Y continua…

“Solamente las clases dominantes quieren a una universidad estatal silenciada y mancillada. Nosotros queremos una universidad, altamente científica, con su presupuesto correspondiente, a tono con el desarrollo científico-técnico del mundo y que sepa interpretar el desarrollo de la sociedad”.

Por estas expresiones y otras de defensa radical de los trabajadores, campesinos, maestros, mujeres y juventud se puede conocer el grado de compromiso y consecuencia de Jaime con su pueblo.

De manera acertada en algunos sitios del país se ha retomado la conmemoración de la vida y memoria de Jaime Hurtado González, recordando con emoción a esa gran personalidad y líder de la izquierda revolucionaria y de los pueblos que habitan en esta geografía. De manera particular se llevó a cabo en Quito, el 17 de mayo pasado, un sencillo, alegre y al mismo tiempo trascendental acto denominado “Quiero hablar hoy, y no mañana” organizado por la UNAPE y el Frente Popular.

Seguimos adelante Jaime Hurtado Gonzáles ¡Jaime hermano, Jaime del Pueblo! 

Julio Enríquez Cevallos

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