Los resultados de las elecciones generales de febrero del 2021 determinan una nueva correlación de fuerzas. El pueblo votó por el cambio para superar la ficticia contradicción entre progresistas y neoliberales, entre correístas y lassistas.
Si bien el correísmo entra a la segunda vuelta, pero cosecha los menores números en su historia electoral. El hartazgo popular con la corrupción y la prepotencia pesa en la intención del voto, aunque se haga gala de la demagogia populista que ofrece mil dólares a un millón de familias como principal propuesta de campaña.
La derecha tradicional en sus distintas variantes, a diferencia de las elecciones del 2017, no logró ser alternativa, pues el rechazo fue mayoritario a la opción neoliberal. El sitial prefabricado de oposición al correísmo se desvaneció a la par que cogobernaron junto a Moreno. Basta mirar la pérdida de hegemonía en el litoral, especialmente en Guayaquil, el nicho electoral socialcristiano fue cooptado temporalmente por el correísmo. Tal parece que sepultar a los pobres en cajas de cartón resta votos.
Quienes aspiran el cambio votaron por Yaku Pérez y por la sui géneris candidatura de Hervas que logró, a partir del apoliticismo, mimetizarse como socialdemócrata, aunque sus antecedentes corresponden más a una práctica de centro derecha.
A Yaku le corresponde estar en el balotaje de abril próximo, pero las élites buscan impedirlo. Están fraguando un bochornoso fraude, así lo testimonia: la sumisión de los órganos electorales a los pies de los dueños del país, las encuestas y exit polls para vender la idea de polarización entre la marioneta de Correa y el banquero, además de unos escrutinios, en sus tramos finales, que contradicen con la tendencia marcada por cerca del 90% de actas contabilizadas.
Es evidente el pacto de las élites. Correa, Nebot y Lasso quieren conservar el status quo. El prófugo sabe que no podrán ganarle a Yaku y el banquero está dispuesto al suicidio político antes de perder sus privilegios. En fin, el fraude es la terapia respiratoria del sistema decadente que garantiza los intereses de monopolios.
Yaku amenaza el poder de los propietarios del Estado. El levantamiento de octubre del 2019 tiene vigencia. También en las calles se defiende la voluntad popular.
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