Ponencia presentada por Mujeres por el Cambio como parte del Seminario Internacional Problemas de la Revolución en Latinoamerica
En el escenario mundial actual caracterizado por la brutal acción de las grandes potencias imperialistas en contra de los pueblos y de las y los trabajadores, se ha intensificado el peligro de las guerras de agresión y las acciones fascistas y de eliminación de los derechos humanos en todo el planeta; esta realidad es el resultado de las contradicciones inter imperialistas entre EE.UU. Rusia, China, los países de la UE, Reino Unido que se disputan el control económico, social, político y militar del mundo. Las guerras y conflictos armados son la continuación de los enfrentamientos comerciales y la amplificación de las guerras locales como la de Siria, en la que hasta el momento son millares de muertos y desplazados; los gobiernos de las potencias imperialistas están gobernadas por fuerzas reaccionarias y fascistas que representan los intereses del capitalismo globalizado. Estos gobiernos impulsan las políticas neoliberales que generan el empobrecimiento creciente de millones de seres humanos, así como el atraso y mayor dependencia de los países pobres. Como expresión de estas políticas son las medidas anti migratorias que afectan a millones de personas que salen de sus países de origen a los países más desarrollados en procura de mejores condiciones de trabajo y de vida para ellos y sus familias. La inhumanidad del capitalismo se expresa en América Latina en situaciones desgarradoras que despiertan el horror del mundo por las acciones de las fuerzas represivas de los EE UU al separar a los niños y niñas de tiernas edades de los brazos de sus padres y madres, en el afán que tienen estas familias de escapar del hambre e ingresar ilegalmente a EE.UU. El resultado: los padres y madres presos y los niños y niñas encerrados en jaulas.
Las potencias imperialistas descargan el peso de explotación económica sobre los hombros de las clases trabajadoras y, de manera particular, contra las mujeres trabajadoras y de los sectores populares que se ubican en los grupos de mayor pobreza e indigencia. Para la inmensa mayoría de la población del planeta, se intensifica la explotación, las desigualdades sociales, el desempleo, el hambre, la pobreza y el impacto de las lacras que afectan a la sociedad como es el narcotráfico, la trata de personas para fines de explotación sexual y comercio de órganos; la esclavitud laboral, el trabajo infantil. Las mujeres somos las mayores damnificadas de estos flagelos, mujeres y niños viviendo en las calles, cierre de empresas, despidos y suspensiones, paquetazos económicos, eliminación de subsidios, flexibilización laboral, elevación de impuestos, violencia de género, inseguridad, privatizaciones de empresas nacionales, deterioro de la atención en salud y educación, regresión de derechos.
En este escenario es importante analizar y entender el fenómeno de la derechización de los Estados y gobiernos, así como la naturaleza y alcance de las políticas represivas y fascistas presentes en el contexto actual, análisis que en nuestro caso lo realizamos desde la perspectiva de género con el propósito de profundizar en la situación actual de las mujeres trabajadoras y de sectores populares. Por ello, en primer lugar, es necesario tener claridad sobre que es el fascismo como concepción y sistema político de carácter totalitario, nacionalista, militarista y antimarxista que surgió en el siglo XX en Italia. Como tal, era un sistema político que se proponía a sí mismo como una tercera vía ante el comunismo y el liberalismo imperante en la época. El fascismo se basa en la organización de un estado todopoderoso que dice encarnar el espíritu del pueblo, pero que ejerce su autoridad a través de gobiernos dictatoriales, represivos y violadores de las libertades democráticas y los derechos humanos. El fascismo es producto del capitalismo y por obvias razones es enemigo acérrimo del socialismo.
Los regímenes fascistas se caracterizaron por su talante fuertemente dictatorial, contrario a las libertades individuales y colectivas; por su tendencia a ilegalizar cualquier tipo de oposición política, bien fuera partidista o social; por controlar los medios de comunicación, manipular el sistema educativo y poseer un eficaz aparato propagandista, radicalmente nacionalistas, cuyo proyecto fundamental era la unidad y el progreso de la nación, expansionistas y militaristas de carácter imperialista, explotaban en su favor los sentimientos de miedo y frustración de la población para exacerbarlos a través de la violencia, la represión o la propaganda.
En Italia, donde surgió el fascismo con Mussolini, estuvo en el poder desde 1922 hasta el fin de la segunda guerra mundial, en 1945. Era fuertemente nacionalista y pretendía instaurar un corporativismo estatal, con una economía dirigida.
En Alemania, el fascismo se expresó con el nazismo. Como tal, contó con el liderazgo de Adolfo Hitler. Se mantuvo en el poder entre 1933 y 1945, periodo durante el cual se expandió por Europa desatando la segunda guerra mundial.
Así, el fascismo cree en la desigualdad entre las personas, no todas y todos somos iguales, la naturaleza y la sociedad hace a algunos superiores y a otros inferiores. Menos fuerza, menos inteligencia, en general menos capacidad en general son los motivos de la desigualdad. En todo caso, la inferioridad es vista como un peligro contaminante, por quienes son superiores deben disciplinar a los inferiores para que ocupen su lugar o exterminarlos. Las sociedades -en la ideología fascista- funcionan como pirámides, con una masa al servicio de las élites.
En la segunda guerra mundial, la acción de los partidos comunistas de la URSS y Europa, la movilización de los trabajadores y de las fuerzas revolucionarias y progresistas del mundo, así como la decisiva acción del ejército bolchevique con Stalin a la cabeza, hizo posible la derrota del fascismo.
En la historia de América Latina se registra una etapa de regímenes fascistas que se hicieron eco en las dictaduras civiles y militares del cono sur, Chile, Argentina, Paraguay, Brasil, Uruguay, Bolivia, Republica Dominicana y con expresiones fascistas Ecuador, Colombia, Perú, Venezuela, los años 70 y 80, fueron conocidas como la época oscura en la región, con el desmantelamiento de los Estados. La acción estatal dictatorial implicó la vigilancia, detención, tortura, desaparición o asesinato de miles de hombres y mujeres consideradas como subversivas ante el orden instaurado.
En la actualidad, en América Latina y con el aparecimiento de los llamados gobiernos alternativos que con discurso socialista, populista, caudillista implementaron políticas económicas para favorecer al capital bancario, anti obreras, criminalización de la lucha social, anti derechos, han propiciado el advenimiento de gobiernos de derecha con fuerte influencia de expresiones fascistas en Brasil, Argentina, Colombia y en otros países, que implementan políticas reaccionarias que favorecen al gran capital, a las grandes burguesías nativas así como a las transnacionales y a las potencias imperialistas a costa de la regresión de los derechos laborales, sociales, de salud, educación y todas las conquistas sociales y también la represión y eliminación de los derechos a la libre movilidad humana y a la libertad de expresión.
¿Pero qué ha hecho el fascismo en contra de las mujeres? De manera particular, las mujeres hemos sido uno de los grupos humanos que mayor afectación ha tenido por la acción ideológica y política del fascismo, basta citar que el racismo, la xenofobia y el sexismo son un rasgo constitutivo del fascismo que promueve el desprecio y la opresión total contra los considerados débiles. Así, las mujeres tienen misiones en la vida, pero nunca las relacionadas o vinculadas con la política o el ejercicio profesional fuera del ámbito doméstico.
El “lugar de la mujer”, es básicamente el hogar, en el que debía desempeñar el papel de reproductora de la raza. La maternidad era un deber patriótico, atendiendo y sirviendo a su familia, así como el de conservar y transmitir los valores de la cultura dominante. Para las mujeres, de acuerdo a los regímenes fascistas de Alemania, Italia, España en el siglo pasado, la vida debía limitarse a la esfera privada porque carecía de talento para la vida pública, y para la creatividad.
Para los fascistas italianos las familias numerosas eran un ideal. Las mujeres que no eran madres eran unas figuras de confusión y desorden. Mussolini sostenía que “La maternidad es la obligación de la mujer como la guerra lo es del hombre. Sobre las mujeres recayeron las más duras repercusiones de la aplicación de la ideología autoritaria, y también de la crisis económica. No sólo se esperaba del ama de casa que fuera una abnegada esposa y una madre prolífica sino también que manejara con destreza unos recursos cada vez más escasos.
Los nazis alemanes desarrollaron un programa de reproducción para el fortalecimiento de la raza aria. Partían de la idea de que los nacimientos debían superar el número de muertes en la guerra y por lo tanto todas las mujeres tenían la obligación de ser madres, las casadas por lo menos debían tener cuatro hijos, y las solteras también debían concebir. Se alentaba a las mujeres alemanas para que “tuvieran hijos para Hitler”, eran máquinas de gestación.
La gran misión del fascismo era asegurar que las mujeres, sean las educadoras de los hombres sanos del mañana, como garantes de la familia tradicional, como inteligentes colaboradoras en las grandes empresas, como alentadoras de todo lo noble y lo bueno, puede ser ahora la gran propagandista de las excelencias de un nuevo orden de cosas que hará buena la vida, santificándola en el trabajo, en el común esfuerzo, no sólo para salvar la patria, sino para engrandecerla, que es nuestro deber y nuestro derecho, situación que hoy la reproducen grupos conservadores y católicos anti derechos.
Históricamente la sociedad ganó cuando las mujeres a través de varios procesos desde lo cotidiano hasta lo organizativo alcanzaron a ver la posibilidad de terminar con la situación de opresión en que vivían, cuando demostramos, gracias a las luchas infatigables de las mujeres y la vida que dejaron en ellas, que tenemos similares capacidades y condiciones para el desarrollo de cualquier actividad intelectual y productiva; que las emociones no sustituyen a nuestra inteligencia sino que se articulan a ella, por tanto, nuestra subjetividad no se refleja en lo que despectivamente se maneja como histeria; que somos seres humanos, con cuerpos históricamente despreciados, violentados, personas para las que no había lugar, abrieron un lugar social y gracias a ellas aprendimos a convivir desde la diferencia, empujaron con una valentía admirable una lucha en la que tenían todo en contra de lo fundado en una ignorancia enormemente violenta, por conquistar derechos se fueron abriendo los caminos para nuestra emancipación y la de la humanidad.
Así, las condiciones de vida en la que nos desenvolvemos las mujeres en la actualidad, son el resultado de una intensa lucha social en cada una de las fases del desarrollo de la sociedad que parten desde su inicio, con una etapa de alto reconocimiento en la vida de las mujeres, como lo fue el matriarcado y su valioso aporte, para luego cambiar esta realidad con la aparición de la división sexual del trabajo en el marco de la aparición de la sociedad dividida en clases, el esclavismo, a partir del cual se configuró una histórica condición de opresión patriarcal en contra de las mujeres; condición de subordinación que ligada a la explotación de clase se configura una doble situación de opresión que es imprescindible eliminar para garantizar la verdadera emancipación de la humanidad.
Las condiciones de crisis económica, política y social, sumada a las características depredadoras que se imponen a la humanidad por parte del capitalismo globalizado, se hace muy evidente en la actualidad en la que las mujeres somos denigradas, traficadas, violadas, reducidas a nada, con nuestra denigración vienen las violencias contra los niños, las niñas, los cuerpos sexualmente disidentes, la población LGBTI, porque también tras de todas nosotras y cada una, está todavía presente la concepción y las prácticas de sometimiento a las mujeres.
Desafiamos diariamente una situación de inequidad permanente, presente en mayor índice de desempleo, brecha salarial, mortalidad y morbilidad materna, incumplimientos de derechos sexuales y reproductivos, altos índices de embarazos en adolescentes, acceso a la justicia, violencia en todas sus manifestaciones. A estas condiciones se articula la inequidad de género con prácticas machistas, sexistas, misóginas, pues somos cosificadas, acosadas, violadas, traficadas, asesinadas, producto de una construcción socio cultural producto y resultado del sistema patriarcal caracterizado por reproducción de roles, atributos y estereotipos que acentúan las condiciones de discriminación entre hombres y mujeres.
En este contexto actual el conjunto de mujeres ganamos, nos multiplicamos por millones y estamos haciendo historia, somos parte fundamental de las luchas populares y nuestra participación en la batalla de las reivindicaciones nos permitirá avanzar hacia nuestra liberación de la doble opresión que solo terminará cuando echemos abajo el capitalismo depredador y opresor y con ello termine la división de clases en la humanidad. Pero esta coyuntura actual, requiere de la necesidad de afirmación ideológica política de las mujeres de los distintos sectores sociales, no basta que seamos la mayoría en las luchas, tenemos que saber interpretar la situación en intervenir como protagonistas por la defensa, conquista y ejercicio de derechos a una vida libre de violencias, a la participación política, al trabajo.
Históricamente la ideología fascista y su anclaje a grupos políticos conservadores y de derecha nos dejan rasgos inconfundibles de desigualdad, inequidad, pues subsiste la brecha insalvable entre ricos y pobres, entre opresores y oprimidos, estas expresiones fascistas existirán mientras exista el capitalismo y mientras exista él, habrán expresiones, actitudes en defensa de él por parte de las clases dominantes y el gran capital.
Los pueblos de Ecuador hemos ido forjando una identidad que se caracteriza por la defensa de los derechos, por su rebeldía ante la injusticia y por no soportar y resistir ante gobiernos autoritarios y opresivos, de la que hemos sido parte las mujeres participando con los distintos sectores populares para reivindicar nuestros derechos, pero vinculando nuestra lucha a la defensa de la soberanía nacional, a la equidad, igualdad a la vida, a la democracia y los derechos de las mujeres.
Por ello las mujeres participamos con decisión en todas las luchas por la defensa de los derechos de los trabajadores y de los pueblos, por nuestras propias reivindicaciones y contra todas las formas de explotación y denigración humana. Nos organizamos y levantamos para erradicar las inequidades sociales y de clases existentes, que afectan a mujeres y hombres de los sectores más pobres y populares. Estamos atravesando un momento histórico de cambios en la región, la recuperación de la lucha social plantea un escenario de derrota del capitalismo, del patriarcado y su ideología machista, cambios estructurales que nos permita construir una sociedad justa, igualitaria y democrática en la que sean una realidad nuestros derechos a la libre determinación y al bienestar integral.
¡Viva la lucha de las mujeres trabajadoras de América Latina y del mundo!, ¡No al Fascismo, por el fin de Capitalismo, del patriarcado y por el Socialismo!
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