Este 13 de abril, señalado en el calendario ecuatoriano como el día del Maestro, en conmemoración del nacimiento del Cervantes de América, Juan Montalvo, quedará en la mente y los corazones de los docentes como un día en el que hemos transitado, guardados en nuestros domicilios, entre la gratitud y la ingratitud, entre la solidaridad y la indolencia.
Ser docente, profesor, maestro, licenciado, doctor, master o magister, significa ser un profesional forjador de profesionales, médicos, bomberos, ingenieros, arquitectos, enfermeras, secretarias, abogados, choferes, que son la síntesis de las enseñanzas de los maestros en las escuelas, colegios y universidades. Ah, claro que faltan presidente, ministros, asesores, subsecretarios, funcionarios, asambleístas, quienes también llegaron a ese pináculo, gracias a los docentes.
Los maestros forjados en los normales, en los institutos superiores, en las facultades de Filosofía, nunca hemos laborado de manera interesada, por el contrario, lo hacemos con mística, con vocación, sin aspirar más que justicia y una mejor educación para nuestro pueblo.
Como no reconocer la gratitud por nuestra importante tarea en la sociedad, de parte de nuestros propios compañeros, de nuestros estudiantes y ex alumnos, de nuestros dirigentes de la gloriosa y eterna Unión Nacional de Educadores, de la Coordinadora de Maestros Jubilados, de organizaciones sociales y populares, con saludos, canciones, frases, tarjetas, llamadas, videos que quizá ha determinado nostalgias, quizá lágrimas, pero satisfacción y una alegría pletórica que nos ha permitido soportar el encierro a causa de esta emergencia.
Hemos visto, compartiendo con nuestros esposos y esposas, con nuestros hijos y nietos, con nuestro entorno familiar, la gratitud, la solidaridad de nuestro pueblo que, claro dista diametralmente con la ingratitud y la indolencia de los sectores de poder.
Los docentes, al mismo tiempo que teníamos estos minutos de dicha y felicidad, teníamos que soportar con mucha ira, como el “homenaje” que recibíamos de parte del gobierno morenista-correísta, fue el no pago de los salarios, pese a estar esclavizados con el teletrabajo, en el que no hemos descansado un solo minuto compartiendo con los estudiantes, pero estamos a medio mes sin un centavo, y los chulqueros y banqueros, nacionales e internacionales, contentos y a manos llenas con lo que el gobierno les entregó.
A los maestros jubilados, quienes dejamos toda nuestra vida en las aulas, no se nos cumple con nuestros derechos constitucionales, y se nos está pagando, gota por gota, pese a ser un sector vulnerable.
En esta emergencia, han fallecido algunos maestros, sin recibir este incentivo jubilar que hubiera servido para mitigar en algo las situaciones de salud. Este es el “homenaje” que hemos recibido de estos sectores de poder.
Pero como dice nuestro pueblo, “no hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague”. Este gobierno, que ha preferido pagar la deuda a los chulqueros internacionales antes que la vida, que ha preferido perdonar a los grandes deudores antes que atender con medicinas y alimentos a los pueblos del ecuador, tendrán que pagar por indolentes e ingratos.
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