Enfrentar a las derechas, al imperialismo y las herramientas tecnológicas de dominación

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La actual disputa interimperialista entre China y Estados Unidos nos revela una cosa muy importante: si bien existen cifras muy significativas que muestran un déficit comercial gigantesco en el comercio Estados Unidos-China, en donde el gran beneficiario son estos últimos, por lo que los gringos exigen importar menos y exportar más… ¿Libre Comercio?…

Esto que aparentaría una lucha comercial, se trata en realidad de algo mayor, algo mucho más importante y estratégico, una disputa por la tecnología, aquella que teóricamente va a dominar el planeta durante las próximas décadas. Esta tecnología que está en disputa es la denominada 5G, la cual, cuando se instale, permitirá a los grandes grupos económicos financieros, a la gran burguesía, a los países imperialistas su intento por someter a los pueblos; servirá como una poderosa herramienta para intentar la dominación de los seres humanos.

A través de la tecnología 5G el servicio de internet será rapidísimo, la velocidad de transmisión será computada en Gigas, arriba de 10gigas (lo que hoy se mide solamente en megas*), podremos descargar una película de dos horas en 3 segundos. En un metro cuadrado se conectarán 100 aparatos, y en una cuadra, un millón. La velocidad de respuesta será de un milisegundo, o sea 400 veces más rápido que abrir y cerrar los ojos; veremos vehículos y aviones sin conductores y sin accidentes, se controlarán hospitales, fábricas, edificios, ciudades, países, y quien domine la 5G también dominará la inteligencia artificial, el poder militar y con ello el mundo…

China, a través de su gigante tecnológica Huawei y, es la que está a la cabeza de esta tecnología en el mundo, que la comenzó a experimentar desde el año 2013 y, a partir del 2016 la viene implementando en algunos países del planeta. Algunos de estos países son europeos, como es el caso de Alemania, Francia y el Reino Unido, que por estas razones han entrado en grandes contradicciones con su patrón mayor, el imperialismo norteamericano, cuyos avances en estas tecnologías están ciertamente atrasados y no puede permitir y que, en su otro patio, el delantero, los chinos tengan una presencia importante.

Evidentemente, estos países europeos al cerrar las negociaciones con Huawei le exigen a esta transnacional China, la operación de esta red tecnológica por sus técnicos en sus respectivos países y no dejar que los chinos lo hagan, por motivos de seguridad; es decir, los chinos instalan la red y los europeos se encargan del manejo y operación de la misma.

“El gobierno de Estados Unidos tiende a secuestrar y militarizar las innovaciones en el ámbito de las telecomunicaciones, aprovechándose del deseo humano natural de comunicarse y explotándolo para conseguir poder ilimitado”, denunciaba hace poco el exempleado de la CIA, Edward Snowden, vía videoconferencia desde Moscú por Russia Today.

Snowden argumenta que las tecnologías modernas militarizadas, con ayuda de los medios sociales y los gigantes tecnológicos, permite que los gobiernos se vuelvan “todopoderosos” en su capacidad de monitorear, analizar e influir en el comportamiento de la gente.

“Es a través del uso de nuevas plataformas y algoritmos […] que pueden cambiar nuestro comportamiento. En algunos casos, son capaces de predecir nuestras decisiones, y también pueden empujarlas hacia diferentes resultados”, declaró Snowden.

Entonces, la disputa interimperialista se concentra en realidad en quien lleva la batuta en esta tecnología que servirá para controlar, vigilar, etc., al ser humano.

El propio Donald Trump lo decía hace poco, cuando Venezuela suscribió un contrato con Huawei para expandir y consolidar la tecnología 4G (que es una tecnología anterior y la actualmente predominante no sólo en Venezuela sino, en otros países como Ecuador), cuando vociferó: “Maduro quiere a través de la 4G controlar y vigilar a todos los venezolanos”…

Es evidente que en la actualidad y, sobre todo, desde el aparecimiento del Internet, de las redes sociales y de los teléfonos móviles, las personas estamos siendo vigiladas de una manera más fácil y agresiva. Es precisamente una de las cosas que ha develado Julián Assange, cuando manifiesta que el 97% de la humanidad somos espiados.

¿Frente a esta poderosísima arma de las grandes corporaciones y de los imperialismos, cuál será la reacción de las izquierdas, de los partidos organizados para contrarrestar esta intentona?

Hoy en día las tecnologías están al alcance de la mano, muchas de ellas están allí, se las puede obtener gratuitamente desde internet, que se ha convertido en una gigantesca biblioteca mundial a la que fácilmente se puede acceder o, igual, se las puede conseguir a precios irrisorios.

Se hace entonces necesario su aprovechamiento por los revolucionarios, no solo del Ecuador, sino del planeta entero para los objetivos estratégicos de la revolución, no está por demás decir que en la red se puede conseguir un curso en cualquier materia, hasta en cosas inimaginables.

Hace pocos días, una cadena noticiosa informaba que, desde una computadora pequeña y barata, se había infiltrado a la Nasa.

Las propias revelaciones que realizó Julián Assange (documentos obtenidos y entregados por el soldado estadounidense Bradley Manning) sobre las atrocidades del imperialismo norteamericano en Afganistán e Irak y, que son motivo de una persecución feroz no sólo legal, por los gringos sino mediática, a través de los grandes medios de comunicación de todo el mundo, nos revelan que los documentos del propio pentágono son franqueables.

En la red se pueden conseguir estudios de hasta de PHD. Se encuentran programas que pueden servir para “pinchar” un teléfono cercano o lejano, se puede construir o aprender a manejar un dron, que últimamente son bastante utilizados para el espionaje, como es el caso reciente en el Golfo Pérsico y miles de cosas verdaderamente interesantes que se las puede aprovechar.

Es evidente que se necesita entonces estructurar un equipo de gente, con compañeros que les gusten estas cosas, que sean curiosos, investigativos, para que se entrenen poco a poco y constituyan en un futuro cercano algo que se lo podría considerar como un gran ejército cibernético revolucionario.

Su primera tarea sería la de lograr conseguir el bloqueo de los teléfonos celulares, para que no solamente no sean ubicados, sino básicamente para evitar que las llamadas, mensajes, videos, etcétera sean espiados por terceras personas. Igual, para las computadoras, en lo que tiene que ver principalmente con los correos electrónicos.

Paralelamente, hay que bloquear nuestros documentos de identidad. No olvidemos que, en muchos países entre otros Ecuador, nuestra cédula de ciudadanía tiene un chip, el cual contiene documentos personales, pero que en un futuro cercano será conectada a esta red 5Ge para la localización del dueño de ese documento.

Si estamos en la capacidad de bloquear esos intentos de espionaje por parte de los sectores dominantes, es evidente que también podemos lograr hacer a la inversa, es decir interceptar los equipos electrónicos y podríamos obtener datos del enemigo de clase, en sus celulares, en sus computadoras, como los obtenidos ya citados del propio Pentágono, de la Nasa, etc.

En la actualidad muchos partidos políticos ponen a funcionar a dos o tres expertos informáticos para que a través de la red envíen mucha información, miles de documentos, miles de comentarios; realizan un verdadero bombardeo de propaganda; es precisamente lo que hacía la gente de Correa, para hacer aparecer en la red como que eran miles de ciudadanos correistas los que participaban en los debates de las redes sociales.

¿Por qué no lo podemos hacer también nosotros?

Hace algunos años en Venezuela se dio un caso muy ilustrativo, cuando Hugo Chávez expulsó de la petrolera estatal PDVSA a sus principales ejecutivos, por corrupción; éstos fugaron a los Estados Unidos y, desde allá, poco a poco, comenzaron a boicotear la industria petrolera. Así, aplastando una tecla desde sus laptops, bajaban la extracción petrolera en un pozo, luego en varios y hasta miles de pozos; aplastando otra tecla de su computador, bajaban o reducían a cero la refinación de crudo; aplastando otra tecla impedían el zarpe de los buques cargados de crudo para la exportación. Cuando la industria se vino a cero tanto en la extracción, como en la refinación y el transporte, Hugo Chávez se vio obligado a contratar a unos hackers o piratas informáticos, los cuales clonaron las claves de los sistemas informáticos que controlaban la industria hidrocarburífera y, poco a poco, restablecieron la extracción, refinación y transporte de petróleo. Claro, Venezuela tenía automatizado en base a programas gringos casi toda la industria petrolera y la dependencia tecnológica le aseguró una cruel jugada, que, felizmente para Venezuela fue solucionado con la intervención de éstos piratas informáticos.

¿Acaso no seremos capaces de realizar algo parecido, es decir clonando claves, para intervenir en determinados programas informáticos que utilizan la gran burguesía y el imperialismo y descubrir sus protervos intereses?

En el mundo existen muchos piratas informáticos, muchos son reaccionarios, de derecha; ¿acaso no existen también piratas progresistas o revolucionarios?

¿No se podrá realizar una convención internacional de piratas anti sistema?

Igualmente, en un cercano futuro, se podría pensar en una conferencia internacional, con el propósito de intercambiar experiencias y conocimientos.

En todo caso, aquí se presenta una lluvia de ideas, las cuales junto a otras, deberían ser debatidas en los colectivos sociales y de izquierda.

Si la tecnología está hoy principalmente al servicio de las clases dominantes, ¿por qué no pensar en cambiar esto y poner las tecnologías al servicio de los pueblos del mundo?

Mariano Santos
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