En estos días posconflicto las castas blanco-mestizas de las elites han tronado su voz de amos patrones invocando al orden, el respeto a la ley y al Estado. Con esos aires de superioridad que les caracteriza intencionalmente confunden a vándalos, saqueadores, narcotraficantes, desestabilizadores y golpistas con indígenas, estudiantes mujeres, trabajadores y gente de los barrios; que disfrazados de manifestantes –dicen–, han desafiado al Estado como garante de la paz.
En esta campaña de propaganda negra destacan presentadores de noticias, gerentes, militares en retiro, intelectuales de derecha, dirigentes empresariales y expertos de todo tipo.
Para meternos en el tema, intentaremos explicar ese concepto tan manoseado como confuso, se trata del concepto de Estado, constantemente vulgarizado desde las esferas del poder, que se oscurece cuando su legitimidad se ve cuestionada o se desenmascara cuando suceden graves conflictos como el levantamiento indígena-popular de octubre pasado.
Ésta opacidad se está dando a raíz de exposiciones en diversos medios de comunicación por declaraciones de empresarios, académicos, religiosos, políticos oficialistas y campañas publicitarias del gobierno, promocionando la idea del Estado como una institución neutra, situada más allá del bien y del mal, por ello se repite con ligeras variantes la cantinela de que “El país es un conjunto “homogéneo” de habitantes que “coexisten en armonía” dentro de un territorio, esforzándose con su trabajo diario por alcanzar el bienestar suyo y el de sus familias y hacer realidad los más “altos objetivos nacionales”, cobijados a la sombra protectora de leyes del Estado que “somos todos”, o esta otra definición neoinstitucional sostenida por Rafael Correa; “El Estado es la representación institucionalizada de toda la sociedad”.
Estas frases se difunden con la premeditada intención de sembrar confusión en la sociedad y acentuar la falsa idea de que el Estado actual nos representa a todos, porque no hay diferenciación de clases, todos estamos metidos ahí como en un solo saco y por tales razones debemos reverenciarlo, cuando en realidad se trata de una institución que concentra principalmente los intereses de la minoritaria clase social dominante.
No siempre existió el estado ni tampoco es eterno
Hubo un tiempo, muy atrás en la historia, cuando los vínculos de la sociedad se mantenían por la fuerza de la tradición; en que la organización del trabajo y las tareas de la producción se las realizaba en base al respeto hacia los más ancianos o las mujeres, quienes gozaban de una posición social de mucha consideración, por lo cual no había necesidad de un grupo especial de personas dedicadas al gobierno.
Las cosas cambiaron drásticamente cuando de la sociedad primitiva sin clases, surge la división de la sociedad en clases sociales y con ello la necesidad de un aparato especial de dominación al servicio de quienes muy a menudo se apropian de la riqueza creada por el trabajo ajeno, en donde unos explotan a otros. Había nacido el Estado esclavista, al que le sucedió el Estado de la nobleza feudal y luego el Estado capitalista actual.
A lo largo del tiempo el Estado adquirió muy diversas formas y estuvo sustentado por diversas doctrinas jurídicas y de pensamiento que lo justificaron como un mecanismo de coerción. Pero curiosamente muy temprano, bajo el régimen esclavista de las ciudades estado de Grecia y Roma -hace 2.000 años-, se inventaron sus más conocidas formas; despotismo, monarquía, democracia, aristocracia y república, entre las más importantes, sin que ninguna, cuando el Estado actual moderno las adopta, dejan de ser ante todo, formas de dominación social y de clase.
Sin embargo bajo todas esas formas que el Estado ha adoptado a lo largo del tiempo, se produjeron insurrecciones armadas, revueltas, levantamientos, guerras civiles y revoluciones sin que las minorías dominantes pudieran evitarlas, como por ejemplo, la insurgencia de Espartaco en el esclavismo y la de Rumiñahui contra los españoles; los levantamientos de los campesinos-siervos de la gleba en el feudalismo y las luchas indígenas contra el colonialismo español; todas esas luchas han sido factores de avances sociales y civilizatorios y nos han traído hasta las revoluciones sociales, luchas obreras, indígenas y populares de nuestro tiempo, que tienen como objetivo presente así como en el pasado, algún día hacer desaparecer al Estado actual para avanzar a otro nivel social de evolución humana.
Estado, Clase Obrera y Burguesía
El Estado moderno de la burguesía como ya lo vimos tiene muchos años de antigüedad y conserva para sí (a modo de ropaje de utilería de teatro) las más diversas variantes de dominio político –democracia, dictadura o fascismo–, con las cuales se disfraza según sea lo más conveniente para mantener los privilegios de quienes abren o cierran el telón.
Por ello, para comprender mejor el concepto de Estado, debemos analizar la sociedad ecuatoriana actual en la que existen las clases sociales y explicarnos porqué luchan esas clases entre sí, pues de aquel análisis el gobierno podría diseñar adecuadas políticas sociales, como también del desconocimiento acudir a las FF.AA., para que a punta de bala y plomo aplaque los conflictos. Mucho nos tememos –con las asonadas que azotan al neoliberalismo en América Latina–, que lo más probable en el Ecuador es que suceda esto último, ya que desde el poder, cierta academia oficialista, los medios de comunicación y dirigentes políticos conservadores se hacen lecturas conspiranoicas acerca de lo que origina los conflictos sociales y se sostiene con vehemencia argumentos insulsos de la inexistencia de clases sociales, lucha de clases e ideologías, con el objetivo de adormecer la conciencia crítica del pueblo.
Sobre si existen o no las clases sociales veamos que nos dice el Economista Iván Fernández en su libro “Las clases sociales en el Ecuador”:
“Las clases sociales son parte constitutiva de la sociedad, no son un invento de nadie, no dependen de ninguna ideología, la lucha de clases existe porque existen las clases sociales, son parte de la dinámica social”. Unas páginas más adelante agrega, “No hay clases sociales sin Estado ni hay Estado sin clases sociales. Por ello, la disputa por el poder del Estado es básica para controlar, a través de un gobierno, la estructura institucional pública y ponerla al servicio de sus intereses”. [1]
En la base de la economía observamos las dos clases sociales fundamentales del capitalismo que convergen para la producción, por la naturaleza de sus objetivos se establece entre ellas un tipo de relación social de carácter antagónico, surgiendo así formas de pensamiento (ideologías) e intereses diametralmente distintos que desembocan en la arena de los conflictos que se dirimen unas veces mediante negociaciones y otras con la lucha.
Una de estas clases sociales –la burguesía–, es la propietaria de fábricas, haciendas, bancos y grandes comercios, organiza la producción de acuerdo a su interés de enriquecerse, agrupando a la otra clase –los obreros–, con salarios insuficientes para la reproducción de lo más básico para la vida de sus familias; los trabajadores no poseen para sobrevivir nada más que su fuerza de trabajo, al venderla producen plusvalía, entendida esta como el valor no pagado del trabajo al obrero que crea un excedente de riqueza de la que se apropia en su mayor parte el capitalista.
En la repartición inequitativa de la riqueza creada por los trabajadores radica el perenne estado de conflicto de la sociedad en la que vivimos.
Esta peculiar inequidad de la economía empresarial es el origen de conflictos de diversa índole; desde pequeñas demandas administrativas en contra de los patronos, pasando por juicios obrero-laborales, huelgas fabriles y nacionales, hasta levantamientos indígenas y populares como el más reciente de octubre que se originó ante la inminencia del paquetazo acordado entre el gobierno, los empresarios y el FMI en contra del pueblo.
Las clases sociales existen objetivamente, veamos una frase de Lenin que las concibe como: “grandes grupos de hombres que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción históricamente determinado, por las relaciones en que se encuentran con respecto a los medios de producción (relaciones que las leyes fijan y consagran), por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo y, por consiguiente, por el modo y la proporción en que perciben la parte de la riqueza social de que disponen”. [2]
No hace falta mucho esfuerzo para darnos cuenta que los conflictos sociales −vale decir la lucha de clases−, estallan a nivel económico y tienen expresión política no porque a la gente le dé la gana de hacer pleito por cualquier cosa, sino cuando la burguesía y su gobierno impone a la clase obrera y a los trabajadores de todo el país leyes laborales injustas de extracción de riqueza social del trabajo, mientras intenta cada vez reducir al mínimo sus derechos.
Otros grupos y clases sociales
Como hemos podido advertir, existen dos clases sociales fundamentales en el capitalismo, pero no son los únicos grupos humanos que lo constituyen, a continuación nos referiremos a ellos de una manera muy resumida.
Pueblos y Nacionalidades Indígenas.- Una particularidad social del Ecuador es la presencia de los pueblos montubio, negro e indígena, que lo enriquece y complejiza en relación a las propuestas emancipadoras. Destaca el creciente fortalecimiento de la identidad y fuerza político-organizativa de los pueblos y nacionalidades indígenas, cuya integración a la sociedad capitalista hace que existan diversos grupos humanos dentro de cada uno de ellos; una intelectualidad propia; una juventud curiosa y valiente; mujeres pujantes y cuadros técnicos y administrativos. Un gran número está dedicado a la agricultura de pequeña escala, así como otros que están presentes en la producción fabril, la construcción y la agroindustria; esto hace que un contingente indígena esté presente en las filas del proletariado.
La admirable resistencia de siglos a la dominación-explotación colonial y capitalista, ha dado origen a una cada vez más alta participación política contemporánea en demandar al Estado el reconocimiento de sus derechos tanto histórico-culturales como político-sociales; la experiencia política acumulada les hace reclamar la representación en la lucha por reivindicaciones y derechos de los oprimidos de toda la nación.
El campesinado.- Aunque grandes capitales invierten en la industria agroalimentaria y otros rubros en el campo preferentemente para exportación, el número de campesinos asalariados o el proletariado campesino es incipiente todavía. La pequeña producción agrícola a través del minifundio, la explotación comunitaria, individual, o de alquiler, son las modalidades que más proliferan pero cada vez con un menor porcentaje de propiedad sobre la tierra y acceso al agua.
Los pequeños propietarios.- Entre una y otra clase social se sitúa la pequeño burguesía conformada por todos los pequeños propietarios de medios de producción del campo y la ciudad que producen directamente, situándose en el nivel de la “producción mercantil simple” que se diferencia de la producción mercantil capitalista por la fuente de la que se origina la propiedad de los medios de producción; mientras la primera es producto del trabajo personal del productor, la segunda se deriva de la explotación del trabajo asalariado.
Desarrollar la pequeño burguesía es una estrategia política del Estado para su viabilidad, puesto que le permite inocular la falsa ilusión de una “sociedad de propietarios”, esta fue una iniciativa muy promocionada por el anterior gobierno, pero sigue vigente en el actual, con una política llamada de “Economía popular y solidaria” y una institucionalidad de base para sustentarla como la “Superintendencia de economía popular y solidaria”, la “Corporación Nacional de Finanzas Populares y Solidarias” con sus leyes y reglamentos respectivos. Sin embargo el 90% de las pequeñas empresas se declaran en quiebra y una mínima parte de esos pequeños propietarios se enriquece, la mayoría termina en la ruina y con ellos también fracasa doblemente el capitalismo, primero como farsa y luego como opción de vida.
Las capas y estratos medios.- En un nivel complejo de definición –incluso para la sociología del marketing–, se encuentran los estratos medios –mal llamadas clases medias–, que son un importante grupo social que no forma parte de lo fundamental de la economía capitalista (producción industrial, de exportación o manufacturera)
“Hoy el Ecuador tiene una importante clase media, a pesar del impacto de la crisis de 1999, la quiebra bancaria y las migraciones, donde importantes sectores medios cayeron en situaciones de pobreza, luego desde el año 2007, en que se reactiva la inversión pública, la clase media resurge vigorosamente y con ella el consumo, nuevos centros comerciales que son sus espacios más representativos, compra de vehículos, departamentos, viajes al exterior, oferta creciente de profesionales “independientes”, y múltiples formas de organización que demuestran su presencia en la sociedad”. [3]
Sus representantes están ubicados en la economía de los servicios; burocracia civil, policiaco y militar; oficinistas; profesores secundarios y universitarios, estudiantes, intelectuales, artistas, entre otros, que ascienden o se arruinan social y económicamente de acuerdo con los periodos de crisis y recuperación económica del capitalismo.
El semiproletariado.- De la exclusión estructural de la dinámica propia de la economía capitalista resultan otros estratos sociales como el semiproletariado, compuesto por personas con empleos a tiempo parcial y temporalmente, otras dedicadas a tareas económicas de sobrevivencia o aquellas que una vez fueron expulsadas de empleos formales del sector manufacturero, industrial o público. Este grupo humano forma el ejército laboral de reserva que le permite al capitalismo recontratar y despedir sin piedad, ejerciendo de esta manera presión para la baja constante de los salarios y desconocer paulatinamente derechos adquiridos, como pretende la reforma laboral neoliberal de este gobierno.
La precarización laboral que ya se advertía en el Chile neoliberal de 2014 es por demás elocuente como ejemplo para el Ecuador.
“En el año 1979, el entonces ministro del Trabajo y Previsión Social en dictadura, José Piñera (hermano del ex Presidente de Chile), lideró un proceso de transformación conocido como la “revolución laboral”, que pretendía implantar la “disciplina del mercado” en las relaciones laborales. Piñera, junto a los miembros de la Junta Militar de Gobierno y a connotados civiles de la elite nacional, formados en Estados Unidos, crearon un nuevo modelo de relaciones laborales, nuevas “reglas del juego” donde las empresas tuvieran el camino “libre” para maximizar su tasa de ganancia. La revolución laboral de Piñera fue, técnicamente, una revolución de clase: una operación destinada a fortalecer la posición del empresariado, despojando al mismo tiempo a los trabajadores del poder que tenían.
Hoy, luego de 35 años del Plan Laboral y distintos gobiernos, las relaciones de producción entre empleadores y trabajadores, continúan operando bajo las reglas generales de dicho plan (base del Código del Trabajo): negociación colectiva encerrada en el nivel mínimo, de empresa (sin posibilidad de negociar en niveles superiores, como la rama, el oficio, el nivel nacional), uso extendido y legal de rompehuelgas, interpretación estrecha del derecho a huelga (excluyendo las huelgas por solidaridad o por causas económico-sociales, entre otras), fragmentación sindical, con paralelismo entre sindicatos y entre sindicatos y grupos de trabajadores, prohibición de negociar sobre ciertas materias, desincentivo a la afiliación en sindicatos y otros. La filosofía explícita detrás de este modelo de relaciones laborales es que la acción sindical no moleste la libertad de empresa, y que en ningún caso funcione como un mecanismo para distribuir ingresos, tal como lo reconoce José Piñera”. [4]
El neoliberalismo criollo, una vez represado el paquetazo, persigue objetivos muy similares al neoliberalismo implantado en Chile por la dictadura de Pinochet, en cuanto a superexplotar la mano de obra de los trabajadores mediante salarios bajos y represados en el tiempo, libre contratación por horas o cortos periodos de tiempo, con facilidad de despido sin beneficios de ley y reducción de vacaciones para empleados públicos. “Ecuador es uno de los países con menos días de vacaciones anuales en el mundo, según un estudio de Mercer Consulting, presentado en diciembre del año pasado. En América Latina, Venezuela goza de 24 días, Brasil y Perú de 22, etc. En Europa hasta 28”. [5] Pero la burguesía difunde dolosa e incansablemente la idea de que solo trabajando más se logrará el desarrollo del país.
El lumpen.- Abajo y en el fondo de la pirámide social se encuentra otro grupo humano denominado lumpenproletariado, que es resultado de las fallas estructurales del capitalismo como la discriminación, racismo, pobreza, olvido y desempleo. Son grupos desclasados y sin conciencia producto de la descomposición del sistema; son los delincuentes, maleantes y vándalos de todo tipo, por un lado, muy proclives a ser utilizados por el propio poder gubernamental para organizar auto atentados, enfrentar a pueblo contra pueblo e infiltrar las luchas populares para desacreditarlas y, por otro lado, las condiciones de crisis cíclicas de desempleo y pobreza los hace muy proclives a ser reclutados como testaferros por los corruptos de cuello blanco, por la delincuencia organizada y el narcotráfico.
Ni de izquierda, ni de derecha ¿pensamos sin ideologias?
La desideologización, la negación de la división de la sociedad en clases sociales y la lucha de clases es el paquete envenenado que entregan sistemáticamente ciertos centros universitarios privados y públicos, líderes políticos derechistas y dirigentes empresariales a la sociedad en general para desmovilizarla y aletargarla. En ese ambiente propicio es que es posible la dominación ideológica y política a través del Estado.
En medio de los conflictos entre burguesía y clase obrera, se levantan vigentes las ideologías políticas de estas dos clases sociales irreconciliables como amplios campos de pensamiento que se establecen en partidos políticos que los representan; los de las clases dominantes y el partido de la clase obrera.
“La ideología es una forma de la conciencia social; el conjunto de determinados conceptos, ideas, nociones y representaciones. Formas de la ideología son los conceptos políticos, la ciencia, la filosofía, la moral, el arte, la religión, etc.” [6]
Esta realidad de lucha por la emancipación social es lo que caracteriza la época en la que vivimos. Como clase dominante la burguesía es portadora de la ideología del opresor; sus dirigentes ocupan todos los espacios; en la política, en la justicia, en la legislatura, se representa fraudulentamente a sí misma como la generadora de trabajo y riqueza pero gestiona el Estado para provecho de su clase y el mantenimiento de sus privilegios. Con sus medios de comunicación inocula el pacifismo ocultando el origen de las luchas de clases maniobrando con el concepto de Estado como una institución de igualitarismo, reconciliación y pacificación de clase.
La burguesía es una sola clase social, pero está representada por una serie de partidos políticos y por sus gremios empresariales quienes comparten una ideología común conservadora y de derecha. Esta ideología plantea que el Estado; es decir la democracia, el orden económico, jurídico y político (que son reglas de juego en donde la burguesía domina) es el mejor sistema social y aunque imperfecto (como suelen decir) debe ser preservado y defendido a toda costa por las Fuerzas Armadas para el “bienestar de todos”.
Al respecto revisemos la definición del sociólogo Max Weber acerca del Estado, reclamada enérgicamente por los ministros Jarrín y Romo; los dirigentes de las cámaras, ciertos intelectuales; políticos derechistas y presentadores de noticias en los medios de comunicación privados después del levantamiento.
“Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (el territorio es el elemento distintivo), reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima. Lo específico de nuestro tiempo es que a todas las demás asociaciones e individuos sólo se les concede el derecho a la violencia física en la medida que el Estado lo permite. El Estado es la única fuente del “derecho” a la violencia”. [7]
Lo que nos está diciendo Weber, es que el Estado es un dispositivo institucional que usa una clase social en el poder para aplastar a otras con el auxilio de unas fuerzas armadas que la respalda. Se puede entonces concluir que prevalidos del monopolio de la violencia tanto la burguesía como su gobierno emplean gradualmente el autoritarismo en su democracia, al nivel que la lucha de clases lo demande, pudiendo llegar incluso (como se ha visto en otros países) al fascismo.
En esa misma dirección el sociólogo francés Pierre Bourdieu reafirma a Max Weber diciendo del Estado que es: “…el sector en el que se piensa sobre todo cuando se habla del Estado sin más precisiones se define por la posesión del monopolio de violencia física y simbólica legítima” [8]
Hoy en el Ecuador, estamos asistiendo a una escalada retórica, que desde diversos sectores revanchistas están definiendo un nuevo rol para las Fuerzas Armadas, en esa línea varios exaltados discursos de altos oficiales ya no consideran la corrupción institucional, el crimen organizado ni el narcotráfico como la amenaza interna más fuerte hacia el Estado y la democracia capitalista. A raíz del levantamiento indígena-popular de octubre la amenaza interna para los militares pasa a ser las protestas.
“Que no se equivoquen los violentos, que no confundan los grupos criminales asociados con el narcotráfico y la subversión, que no olviden los corruptos. Nuestras Fuerzas Armadas que son parte sustancial de la historia más gloriosa de la Patria, no van a permitir que se repitan asonadas que atenten contra la paz de Ecuador y la seguridad de sus ciudadanos. Los acontecimientos de octubre pasado demuestran las graves amenazas a la seguridad integral de la nación”. [9]
Les preguntamos a esos oficiales. ¿Los grupos criminales, los narcotraficantes, la delincuencia común y de cuello blanco, los corruptos luchan en contra de medidas económicas del FMI, por aumentos de sueldos, por estabilidad y derechos en el trabajo, por precautelar territorios sin minería, por presupuesto para la salud y educación superior?
Las gloriosas fuerzas armadas ya no van a permitir “asonadas” en contra de la paz y la seguridad ¿de quiénes? ¿De aquellos que saquearon el petróleo, sucretizaron la deuda privada, de los que provocaron la dolarización, de los corruptos que se han robado en cada época miles de millones de dólares? Son ellos los que les ordenan apuntar sus fusiles a jóvenes, mujeres, campesinos, indígenas y trabajadores. Ante estas “nuevas amenazas” solicitan “imprescindible protección legal a las operaciones del personal militar”.[10] Protección legal, léase licencia para matar. Están solicitando descaradamente al Estado de los grandes empresarios, unas leyes que les protejan a futuro de sus actos de guerra contra el pueblo para que no sean considerados genocidas.
Se trata de una de esas formas asimétricas de la lucha de clases, cuando desde el poder del Estado se desata el terror y el miedo, en el que ciertos altos oficiales se quitan la careta del apoliticismo y definen su ideología idéntica a la burguesa; en ese momento se rasga el velo que ocultaba la verdadera naturaleza de las FF.AA., como una institución incondicional del Estado capitalista de los grandes empresarios:
“No podemos, no debemos pasar por alto la demostración de fuerza de grupos internos y transnacionales que quieren imponer un modelo que atenta contra los principios democráticos básicos, vulneran la constitución y pone en alto riesgo la convivencia social”. [11]
Esta retórica politiquera y belicista antipopular tiene origen en los resultados políticos negativos que obtuvo el gobierno ecuatoriano, en las protestas de octubre, pues confiaba plenamente que el paquetazo neoliberal del FMI iba a ser impuesto apenas con las incomodidades que representaba el “derecho al pataleo de unos cuantos”.
Se desestimó en principio las movilizaciones urbanas, pero con la llegada de la gente de los páramos a Quito, el repudio al paquetazo se transformó en un levantamiento indígena-popular, la burguesía no tuvo la capacidad para analizar sus alcances y ulterior desarrollo desechando las causas sociales que originaban el fenómeno, poniéndose así de manifiesto la ineficiencia del gobierno de Lenin Moreno, que temeroso se atrincheró en la Guayaquil de Nebot y Laso, mientas Quito fue una vez más el epicentro de una memorable gesta popular.
Ante la ausencia de “inteligencia” la burguesía reaccionó amenazante con un Oswaldo Jarrín que inicialmente decía que los militares están “listos para el uso de armas letales (…) No olviden que nuestra Fuerza Armada, orgullosamente, tiene experiencia de guerra” [12]; en ese mismo tono desbordado se mostró la Sra. María Romo, como también lo hizo Patricio Alarcón presidente del Comité Empresarial Ecuatoriano.
Volviendo a Weber en su texto “La política como vocación”, unos párrafos adelante insiste en que:
“…el Estado moderno es una asociación de dominación con carácter institucional que ha tratado, con éxito, de monopolizar dentro de un territorio la violencia física legítima como medio de dominación…” [13]
En su sistema de dominación, la burguesía trata de parecer apolítica, sacrificándose por la patria, sin ideología, preocupada tan solo por generar riqueza, más esa forma de pensar con la que tan cándidamente se presenta no es su verdadera ideología.
El verdadero modo de pensar de toda la burguesía ecuatoriana se evidencia con todo desparpajo en estos momentos posteriores al levantamiento indígena-popular. En efecto, como nunca antes la burguesía se mostró al descubierto, develándose tal y como piensa, desplegando todos los argumentos de su ideología autoritaria y fascistoide. Entre muchos, como el de Jaime Nebot, el caso más chocante es el de Oswaldo Hurtado quien llevado por su odio racista afirmó lo siguiente acerca de los dirigentes indígenas;
“…viven como blancos, se visten como blancos, comen como blancos, viajan como blancos y cuando dirigen la revuelta se disfrazan poniéndose plumas y pintándose el rostro”. [14]
Motivado más por la ignorancia que por la objetividad que deberían darle sus años, Hurtado, el sabio estadista burgués se confiesa:
“Pienso que las FF AA deben redefinir su papel y en el futuro deberían estar dedicadas a la seguridad interna del Estado. Es evidente, como ha quedado demostrado en las últimas semanas, que no están preparadas para respaldarlo”. [15]
Para Hurtado lo urgente es llegar al consenso elitista, de que el ejército y la policía apunten sus cañones contra lo que para él son ahora una amenaza interna para la estabilidad del Estado; las huelgas obreras y los levantamientos indígenas. “Ciertos sectores sociales, partidos de izquierda y el movimiento indígena no creen en la democracia y, como consecuencia, en sus instituciones. El movimiento indígena se ha convertido en un obstáculo para el desarrollo del Ecuador y particularmente para la reducción del desempleo y la eliminación de la pobreza”. [16]
¿Un obstáculo que debe ser eliminado a punta de bala?
Otros políticos derechistas como Jaime Nebot, Guillermo Laso, Diego Ordóñez, Fausto Cobo, César Rohon; periodistas como José Hernández, Gonzalo Rosero, Arturo Torres, Janeth Hinostrosa; economistas como Alberto Dahik, Mauricio Poso; Pablo Zambrano presidente de la Cámara de Industrias; Carlos Larreátegui rector de la Universidad de las Américas, reclamaron con mucho enojo y temor contenido el derecho de su Estado para reprimir el disenso social, usando todo el poder de fuego de las Fuerzas Armadas, para irónicamente, precautelar la paz. Podríamos completar…la paz de sus privilegios.
Esta es la verdadera forma de pensar de la clase dominante ecuatoriana, una ideología muy próxima al fascismo que emergió de manera nítida después de las jornadas de lucha en contra del paquetazo.
Al otro lado de la orilla se encuentra la clase obrera que enarbolando una ideología emancipadora de izquierda, propone un proyecto de nueva sociedad como una forma de superar al esclavismo asalariado, una forma diferente de vida, que consiste en trabajar para producir social y solidariamente riqueza a todo nivel, pero que esa riqueza ya no pase directamente al bolsillo del capitalista sino que sea distribuida equitativamente entre todos los trabajadores, poniendo fin al Estado capitalista como forma de explotación de una clase sobre otra.
La propuesta obrera de emancipación social revolucionaria y de un nuevo modo de producción llamado Socialismo libera a todos los grupos y clases sociales oprimidas y a los pueblos y nacionalidades indígenas del Ecuador.
¿Qué es el estado de los grandes empresarios?
“No hay clases sociales sin Estado, ni hay Estado sin clases sociales”, se ha dicho ya. Si esto es correcto, todas las definiciones de Estado aparentemente neutras, apolíticas o meramente formales, que lo sitúan por encima de la sociedad y al margen del análisis de las clases sociales y sus luchas entonces resultan que son falsas o inexactas.
“Debemos rechazar todos los viejos prejuicios acerca de que el Estado significa la igualdad universal; pues esto es un fraude: mientras exista explotación no podrá existir igualdad. El terrateniente no puede ser igual al obrero, ni el hombre hambriento igual al saciado. La máquina, llamada Estado, y ante la que los hombres se inclinaban con supersticiosa veneración, porque creían en el viejo cuento de qué significa el Poder de todo el pueblo, el proletariado la rechaza y afirma: es una mentira burguesa”. [17]
Existen fuentes teóricas sociológicas, liberales, socialdemócratas o simple opinión de “expertos”, que intentan envolver en niebla el concepto de Estado, tratando que aparezca a ojos de los pueblos y los trabajadores como una inofensiva enunciación a la que hay que defender o someterse en épocas de convulsión social, en donde los explotadores están ocultos por esa niebla espesa, pero aparecen como defensores de la paz, el orden y el progreso.
El Estado capitalista como lo han explicado tanto Weber como Bourdieu, es una fuerza especial de represión que se reserva para sí el uso exclusivo de la fuerza; e insisten en que es una asociación para la dominación de una clase sobre otra. Forman parte de esta asociación represiva las FF.AA., el clero, las leyes, jueces y cárceles, la educación alienante y los grandes medios de comunicación; estos últimos como se ha visto en varios conflictos, prefieren transmitir dibujos animados, ignorar y silenciar la realidad o abiertamente distorsionar los hechos difamando a los luchadores populares.
El Estado capitalista de los grandes empresarios no es eterno, tiene una fecha de caducidad determinada por las luchas de las clases oprimidas en todos los países del mundo que luchan en contra del neoliberalismo globalizado, que confluyen en un punto en donde todas las causas son comunes a favor de la humanidad. Y así como no fue eterno el Estado Esclavista ni el Estado Feudal, tampoco lo es el Estado socialista, cuya existencia solo está prevista para un período en el que cumplirá su misión histórica de hacer desaparecer las clases sociales, por tanto también tiene fecha de caducidad y pasará junto a los otros Estados esclavista, feudal y capitalista al tacho de la historia.
[1] Fernández, Iván, Las clases sociales en el Ecuador, una aproximación, 2019. Págs. 12 y 17 [2] Lenin, Obras Escogidas, 1969 en “Una gran iniciativa” [3] Fernández, Iván; Ob. Cit. Pág. 125 [4] https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2014/03/25/chile-la-ocde-y-la-desigualdad-de-ingresos-el-baile-de-los-que-sobran/ [5] https://www.elcomercio.com/actualidad/negocios/vacaciones-no-se-negocian.html [6] Diccionario Filosófico Marxista, 1946 [7] Max Weber, La política como vocación, 1919 [8] Bourdieu, Pierre, Sobre el Estado. Cursos en el Collège de France (España: Anagrama, 2014) Pág. 14 [9] Luis Lara, jefe del Comando Conjunto de las FF.AA., Noviembre 12 de 2019, https://www.ecuavisa.com/articulo/noticias/internacionales/544261-ffaa-advierten-que-protegeran-democracia-ecuador [10] https://www.elcomercio.com/actualidad/luis-lara-proteccion-militares-ecuador.html [11] https://www.ecuavisa.com/articulo/noticias/internacionales/544261-ffaa advierten-que-protegeran-democracia-ecuador [12] https://www.jornada.com.mx/2019/10/13/mundo/020n1mun [13] Max Weber, Ob. Cit. [14] Portal digital 4Pelagatos, https://4pelagatos.com/2019/10/21/lo-mas-importante-hoy-es-que-no-exista-impunidad/ [15] Ibíd. [16] Ibíd. [17] Lenin, Sobre el Estado, Conferencia pronunciada en la Universidad Sverdlov, 11 de julio de 1919
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