El capitalismo de la vigilancia o más bien la era del capitalismo de la vigilancia como lo publicó SHOSHANA ZUBOFF, doctora en psicología social, nos plantea las transformaciones tecnológicas, rápidas y dinámicas que tiene el sistema del capitalismo moderno, y que ha modificado las relaciones mercantiles y el ámbito aplicativo del poder. Aunque estos análisis han sido ya profundizados con mayor intensidad en las sociedades industrializadas, en sociedades como las nuestras que se encuentran en vías de industrialización, es preciso reconocer ciertos puntos que tienen un impacto distinto, pero igualmente significativo. Una de las conceptualizaciones del capitalismo de la vigilancia mencionada por ZUBOFF es el establecimiento de un nuevo orden económico que reclama para sí la experiencia humana como materia prima gratuita aprovechable para una serie de prácticas comerciales ocultas de extracción, predicción y ventas; siendo una industria creciente y con una regulación en construcción que tiene un predominio global. En este punto, nos encontramos ante una realidad que se aproxima mucho a lo escrito ya por ORWELL hace muchos años atrás.
Las ciencias sociales antes y después del análisis de MARX respecto al sistema capitalista que involucra elementos más allá de los del ámbito económico, han analizado este fenómeno desde sus diferentes disciplinas para comprender y dar respuestas críticas y transformadoras ante este fenómeno. En este caso, el capitalismo de vigilancia desde el punto de vista de la psicología social plantea cómo en este siglo digital se encuentran vinculadas las relaciones del poder económico, las aplicaciones de redes sociales, y el uso y comercialización de los datos de los usuarios en el mundo digital. Como señaló EDWARD TUFFE: “Solo hay dos industrias que llaman ‘usuarios’ a sus clientes: el narcotráfico y la tecnología”.
Por lo que, en el uso y ejercicio de las neurociencias, se procede de manera disimulada y sugestiva, a explotar las necesidades de socialización y reconocimiento de las personas para exponer sus gustos, preferencias, edad, y demás datos personales, a las grandes empresas dedicadas a la industria cibernética, información que es comercializada por ser indispensable para el giro del negocio actual. Es conocida la frase por parte de los ingenieros que aplican dicho conocimiento industrial en redes sociales de que “si tu no pagas por acceder a este servicio es por que tu eres el producto”, cuestión que se puede verificar en las distintas redes sociales en las que se comercializan usuarios y su información personal. Se atribuye que el inicio del capitalismo de la vigilancia inició con Google y más tarde se desarrolló de manera dinámica con Facebook, siendo una persona importante en esta última el ingeniero Chamath Palihapitiya, y que actualmente comparte estas técnicas industriales en otras aplicaciones en la red. En este contexto, es preciso manifestar algunas de las principales características respecto al capitalismo de la vigilancia que se deben tener presentes:
- Existe una mutación del capitalismo en el que existen activos de vigilancia, capital de vigilancia y capitalismo de vigilancia, y la arquitectura global denominada como “Gran otro” y cada uno cumple un rol distinto en la industria tecnológica.
- Las fábricas del siglo XXI son fábricas computacionales o de inteligencia artificial, en las que los datos de los usuarios llegan mediante los diferentes canales de suministro como pueden ser las aplicaciones y softwares En este caso, los productos que generan estas fábricas son las predicciones del comportamiento humano que son vendidas en un mercado a diferentes interesados que necesitan dicha información para comercializar sus bienes y servicios.
- Para producir predicciones de comportamientos que sean efectivas, se necesitan tres elementos o imperativos económicos: 1. Una alta cantidad de datos del comportamiento tanto online como offline que se transmiten mediante los dispositivos tecnológicos. 2. Una variedad de datos de economías de escala y de alcance, las máquinas o la inteligencia artificial requiere tales datos para poder elaborar las mejores predicciones para afinar los modelos de comportamiento humano 3. Una economía de acción en la que existe una manipulación subliminal de los usuarios para que su conducta sea modificada por el capitalismo de la vigilancia, denominado como softpower o poder suave.
- El capitalismo de la vigilancia, en su explotación industrial, fabricó los productos de predicción para la venta de nuevos mercados de futuros comportamientos, así como el concepto de desposesión por vigilancia, desafiando las bases psicológicas y políticas de la autodeterminación de los individuos, concentrando y vulnerando los derechos en el régimen de vigilancia.
- Hay un impulso hacia una creciente extracción y análisis de datos con usos lucrativos por parte de la industria tecnológica que carece de una regulación apropiada por parte de los Estados.
- Se estabiliza un desarrollo de las nuevas formas de contratos mediante la monitorización por el ordenador y la automatización de procesos, cuestión que forma parte de la vigilancia capitalista en la época de la tecnología, ya probada en la era del COVID-19.
- Existe un complejo sistema de inteligencia artificial que estimula el comportamiento humano para que responda, según lo esperado por la industria digital tras conocer previamente sus preferencias, a satisfacción de los intereses del capital digital.
- Hay un deseo de personalizar y adecuar los servicios ofrecidos a los usuarios de las plataformas digitales con la finalidad de manipular los gustos y preferencias de los usuarios de la red, generando adicción a los usuarios para estar pendientes de los dispositivos tecnológicos y diversas aplicaciones.
- Los seres humanos que utilizan buscadores, redes sociales o el internet, se encuentran en un laboratorio social en el que sus interacciones son registradas, medidas, manipuladas, comercializadas, entre otras actividades del uso y beneficio del capital vigilante.
- Existe un nivel de adicción significante y preocupante que es diseñado y sustentado por el capitalismo de la vigilancia de los usuarios de la tecnología con la finalidad de lucrar con la información que es compartida por los usuarios.
El capitalismo de la vigilancia se encuentra aún en desarrollo, y, por lo tanto, es cambiante y no existe un análisis completo para entender hacia dónde va y cómo podemos enfrentarlo. Esta lógica económica capitalista que está utilizando la densidad e intensidad de la instrumentación digital que transforma nuestro ambiente con una serie de ecosistemas digitales que subliminalmente obra en el comportamiento humano, aún se encuentra bajo estudio. Los efectos de esta industria tienen un impacto importante sobre la ética y la moral, pues una industria se está encaminando a manipular el inconsciente del comportamiento humano para alcanzar un nuevo orden colectivo basado en tener la certeza absoluta del futuro de las conductas humanas. En consecuencia, existe una expropiación de los derechos humanos que son cruciales y que perfectamente se puede considerar como un golpe desde arriba, es decir, un derrocamiento de la soberanía de los pueblos y de los procesos democráticos a nivel mundial, lo que revela que el capitalismo de la vigilancia se aleja de la historia del capitalismo al entrar en los espacios sociales de una forma acelerada y agresiva nunca antes vista.
El crecimiento desmedido y poco regulado por los Estados con respecto a esta industria tecnológica, que se encuentra en disputa como uno de los mercados globales más lucrativos, ha generado la reacción por diferentes colectivos sociales que buscan defender los derechos fundamentales tales como la libertad de expresión y el derecho a la intimidad y protección de la privacidad. Esta situación no es ajena a la realidad ecuatoriana y latinoamericana, y, sin dudas, forma parte de la necesidad urgente de que los Estados empiecen a establecer marcos regulatorios para evitar que el capitalismo de la vigilancia se apodere más de la ya débil institucionalidad de los Estados, más aún en el caso ecuatoriano. Es evidente que un tema tan complejo queda muy corto de explicar y desarrollar para un artículo con estas características, sin embargo, espero haber planteado ciertos puntos importantes que eleven el interés y reflexión sobre los retos que debe enfrentar esta generación, primero, para tomar conciencia y salir de la ignorancia y aparente autonomía que nos vende la industria tecnológica, y valorar de manera objetiva el escenario económico y político global; y, segundo, para empezar una cruzada en defensa de los derechos y libertades fundamentales que están en riesgo por el trabajo predictivo del comportamiento humano que desarrolla la industria tecnológica.
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