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Por: Pedro Martín Páez Bimos

Fotografía: Niklas Montelius

Revolución y Evolución

 

No hay temática más controversial en momentos de revolución  -y su confusión con el reformismo, puesto que ciertos reformismos no alcanzan el grado de revolución- que poner en contraste el concepto de evolución y revolución en materia política. Sobre este aspecto existe mucha práctica desinformativa al contraponer estos dos conceptos que no se encuentran alejados, sino que son complementarios, y que mal llamadas revoluciones generan oportunidad para que sus contrincantes, construyan un discurso general y poco objetivo de las realidades que se presentan en el panorama político local.

 

En realidad cuando hablamos de evolución nos referimos a un campo impresionante que ha sido analizado por los seres humanos en diferentes campos de la ciencia, pero con el mismo espíritu. En términos Darwinianos nos referimos a evolución biológica a la que establece que las poblaciones y especies cambian o se modifican con el pasar del tiempo, el cual fue establecido en su libro El origen de las especies, proponiendo mecanismos y la necesidad de la misma, para adaptarse y sobrevivir. Trabajos fundamentales que se expandieron a diferentes ramas del conocimiento y establecieron el concepto moderno de evolución, que se aplica de manera multidisciplinaria con algunas modificaciones. De esta forma, se considera evolución a las modificaciones que tienen cierto objeto de análisis a lo largo del tiempo. Sin determinar aun si existe una evolución negativa o positiva, aunque es criticable la existencia de una evolución negativa como afirman ciertos autores, ya que encierra una contradicción conceptual, puesto que, si no lleva a un desarrollo beneficioso, no pudiera ser evolución sería transformación en su sentido literal.

 

 

Esta misma senda se corre cuando se topa el tema de la revolución, que como hemos revisado en la historia, existieron momentos a lo largo de nuestra especie y como sociedades organizadas, que hemos adoptado denominarlos de esta forma cuando existen grandes hitos históricos. La denominada revolución francesa, que fue el resultado de la lucha antimonárquica y de los ideales republicanos ante una cruel, sangrienta y absolutista monarquía;  o la denominada revolución industrial que  tuvo su origen en Gran Bretaña, transformando el modelo económico agrario y artesanal, por la producción en masa y de forma industrial, que tuvo facilidades por su modelo monárquico liberal, la cruel explotación de los obreros en las ciudades-fábricas y que impulsó el desarrollo capitalista moderno en el futuro; o la denominada revolución tecnológica, siendo parte del desarrollo técnico de las ciencias modernas que ha logrado poner la tecnología en las acciones cotidianas de la sociedad, provocando cambios profundos en el desarrollo habitual de la humanidad, cuestión que la seguimos viviendo desde mediados del siglo XX, y que ha sido puesta en escena por Rodovan Richta con su análisis de la Evolución tecnológica.

 

No obstante, las revoluciones que más han marcado el aspecto político occidental ha sido: la revolución de octubre –y en oriente la revolución china de 1949- que materializó las ideas marxistas y la Unión de los soviets, siendo un hito histórico en respuesta a las políticas represivas y explotadoras de los zares, y que no pudo mantenerse de manera formal en el tiempo; y dentro de la realidad latinoamericana la revolución cubana que surgió de la dictadura militar de Fulgencio Batista, la explotación y la represión al movimiento estudiantil y obrero-campesino, y que ha resistido al intervencionismo extranjero.

 

Estos ejemplos históricos y otros que los vivimos, se han propuesto bajo el concepto genérico de revolución, que establece que son los cambios violentos y radicales de las instituciones políticas que tiene una sociedad, no obstante estos no solo pueden ser de carácter político, sino que también se expanden a ámbitos económicos, sociales o morales. Sin embargo, aún es discutible el requisito de violencia sobre el concepto, personajes históricos como Gandhi y Martin Luther King, profundizaron la práctica de la resistencia no-violenta o desobediencia no-violenta¸ como método para poder llegar a materializar revoluciones, pero que de manera indirecta, tuvieron pequeños capítulos de violencia en el desarrollo de sus prácticas, no comparable con las revoluciones armadas.

 

 

Las revoluciones en cierta medida si pueden ser regresivas o tener efectos negativos, a diferencia del concepto de evolución negativa. Estas se pueden dar al no existir una contradicción conceptual, y al existir un cambio dentro del contexto antes mencionado, pudiendo regresar a instituciones que  perjudiquen a los sometidos en el anterior estado social, institucional, político o moral, por lo tanto, hay una diferencia perceptible entre evolución y revolución en este aspecto, la cual no es primordial pero sí objetivamente demostrable.

 

 

Algunos autores como Elisée Reclus, que aporta desde su perspectiva del siglo XIX, establece dentro de su ensayo Evolución del universo y revoluciones parciales, ciertas ideas que ayudan a enriquecer esta cuestión. El autor establece que  evolución es el movimiento infinito de todo cuanto existe, es una transformación incesante del universo y de sus partes, mientras que la revolución se centra en los cambios más o menos bruscos que acontecen en la realidad. Cuestión que esclarece el falso contraste de que evolución corresponde a paz y revolución a guerra, ya que no corresponde a una realidad desde las posturas de las revoluciones no-violentas que mencionamos, pudiendo existir al contrario evoluciones violentas como las que se dan a cada segundo en la expansión del universo. Y por último, el autor establece que…la evolución abarca al conjunto de los intereses humanos, y la revolución debe abarcarlo también, aunque no siempre haya un paralelismo evidente en los acontecimientos parciales de la vida de las sociedades… (Reclus, p 21), mencionando que revolución absorbe a evolución desde el punto de vista de los intereses humanos, ya que una revolución que no tiene estos intereses, no debe darse por ser infructuosa.

 

Por lo que no hay contradicción entre evolución y revolución, como se lo quiere aparentar en el uso cotidiano y burdo que se pretende, no es más que manipular los canales de desinformación, muy vigentes con la expansión de las redes sociales, que permiten que la transmisión de ideas infundadas se trasladen a un ritmo sorprendente. El cambio como idea central que comparten estos dos conceptos, los une de manera horizontal, por supuesto con matices diferentes y aplicaciones distintas que desde el punto de vista complementario, se necesitan para poder materializarse en la realidad social humana, y que tienen un claro y necesario mensaje, la revolución solo se puede materializar cuando es una evolución.

 

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Las Casas Oe3-128 (entre América y Antonio de Ulloa)

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ISSN 1390-6038

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