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Por: Henry Izurieta

Fotografía: Henry Izurieta

La marcha que desnudó la debilidad del correísmo

 

La marcha indígena por la dignidad recorrió ocho provincias del país, a lo largo de su andar recogió el apoyo popular que avaló sus exigencias contra el gobierno..

 

El 2 de agosto de 2015 salió de Tundayme, en la provincia de Zamora Chinchipe y avanzó hasta Quito, a donde llegó el 12 de agosto, justo a tiempo para unirse el día siguiente al Paro Nacional.

 

La coordinación entre las organizaciones sociales, sindicales, indígenas, campesinas y políticas de tendencia de izquierda integradas en el Colectivo Unitario Nacional de Dirección, fue fundamental para lograr estos resultados que han sido calificados como victoriosos, más allá de la tosudez del régimen.

 

La marcha indígena, al recoger aspiraciones y adhesiones, que fueron más allá de las propias indígenas, tuvo la sapiencia, expresada en la decisión de su dirigencia, de transformarla ya no solo en un levantamiento indígena, como estaba previsto, sino en un levantamiento popular.  De esta manera se ha superado la supuesta o real separación entre las organizaciones del campo y la ciudad, ahora, luchan por reinvindicaciones que pueden ser inscritas como de clase, de las clases trabajadoras del campo y la ciudad.

 

El gobierno pretendió medir fuerzas y le fue mal. Creyó que su capacidad de movilizar masas seguía siendo la de hace un lustro y se equivocó. Para justificar esta derrota y retroceso en el reconocimiento social a su labor ha desarrollado su teoría de las “mayorías ocultas”.

 

El simbolismo de Tundayme

 

Tundayme es simbólico porque en esa zona, en el 2014, fueron destuidas una escuela y una iglesia para ceder esos terrenos a la exploración minera por parte de una empresa china. Por ello, en el rio Quimi, a poca distancia, se dió inicio a la “marcha indígena por la dignidad”, tras un ritual que recoge la espiritualidad que perciben los indígenas en su unidad con la tierra, el agua, la naturaleza.

 

Esa demolición es muestra de las agresiones de parte del Estado ecuatoriano a los indígenas, campesinos y habitantes en general.

 

Se destruyó una infraestructura que al propio Estado y a la comunidad le costó dinero  y esfuerzo construirla, demostrando que el gobierno del presidente Correa tiene poco reparo en cuidar los recursos de todos los ecuatorianos.   Esto se puede demostrar también en las escuelas comunitarias cerradas, muchas de ellas con buena infraestructura, como edificaciones de concreto, conexiones satelitales a internet, etc. en las cuales ya no se dictarán clases, muestra del despilfarro del correísmo que incluso llega a la corrupción, según han denunciado varios sectores.

 

El simbolismo de Tundayme también es muestra de otro reclamo, como es el atentado contra la cultura indígena, en este caso la Shuar.  Los niños son obligados a acudir a escuelas con mejor infraestructura, como las del milenio, pero la consecuencia es ceder en su cultura y acoger la cultura predominante, la mestiza, en una acción que muchos sociólogos ya califican de etnocidio cultural.  La llamada revolución educativa estaría matando nuestras culturas, ocultando esta acción con un espejismo lleno de construcciones modernas.

 

Tundayme también representa el destino actual de la naturaleza. La zona ahora muestra en muchos sitios el rótulo de “propiedad privada”, como anuncio previo sobre los derechos de su dueño de dar el destino que estime conveniente a esos terrenos, en este caso la destrucción de la naturaleza, la contaminación de rios en busca de los minerales.  Un atentado que confirma la decisión política del gobierno de seguir destruyendo la naturaleza, pese a la posición de la mayoría de ecuatorianos que apuesta por su respeto y conservación, tal como fue evidente en el caso del Yasuní.

 

En esa zona también se expresa otro elemento del cual los ecuatorianos están hartos: la manipulación mediática. Un enorme letrero dice: “¡La MINERIA impulsa la educación en tu comunidad!”, un claro mensaje que pretende lograr que la población acepte la minería en desmedro de la conservación de la naturaleza, a cambio de educar a sus hijos. Una dolorosa decisión manipulada por el gobierno. Así se explica que cerca de Tundayme se encuentre una escuela del milenio.

 

Ahora sí se entiende por qué la marcha salió de Tundayme.

 

Enorme acogida

 

A las exigencias de solucionar los problemas que devienen de hechos como los descritos se proyectan a todo el país y se unen a otros generales como que los padres sienten la necesidad de apoyar a sus hijos en su meta de obtener un título de nivel superior y encuentran en el Estado a su principal opositor, cuando aplica las pruebas de admisión que han dado como resultado que más de medio millón de jóvenes bachilleres no puedan ingresar a las universidades públicas y cuyas familias se vean avocadas a enviar a sus hijos a universidades privadas.  Una privatización de la educación superior en forma soterrada, a título de meritocracia y ocultada con el mensaje de que más de cinco mil excelentes estudiantes están preparándose en las mejores universidades del mundo.

 

También se une otra muy sentida en el campo.  La agrocalidad, una instancia gubernamental, que a titulo de mejorar la calidad de los productos agropecuarios impide o pone trabas para que los campesinos e indígenas comercien sus productos. Los quesos, los borregos, los cultivos deben superar una serie de normas que de no hacerlo no podrán venderse.  El gobierno no ha dado facilidades para dar pasos en la mejora de la producción, simplemente ha dispuesto las nuevas normas y las consecuencias son el empobrecimiento de campesinos e indígenas.

 

También las exigencias incluyen las de dominio general: derogatoria de decretos y leyes atentatorios a la organización social, al futuro del IESS, archivo de las reformas constitucionales y leyes como las de herencias y plusvalía, el archivo del convenio de TLC con Europa, tomar en cuenta leyes propuestas por sectores como los docentes, obreros, médicos. Por último también incluyen los reclamos de carácter local, como aquel de las acusaciones contra el alcalde de Loja.

 

Efectivamente, como dice el gobierno, las exigencias son muchas, pero todas ellas fundamentadas y acumuladas a lo largo de los años, por ello el argumento oficial que dice que “los marchantes no saben ni lo que quieren” es falso. Es el gobierno quien no sabe como enfrentar tantas exigencias sin tener que cambiar radicalmente sus políticas. En realidad son exigencias que si Rafael Correa no hubiera traicionado el proyecto político que lo llevó al poder, serían parte de la normativa ecuatoriana.

 

Ahora sí se entiende por qué tanta acogida, pues las demandas recogen el sentir de la gente del campo y la ciudad, de los pueblos.

 

Sí, la acogida fue enorme.  Más si se la compara con la respuesta del correísmo. Desde siempre ha sostenido que su capacidad de movilización y, por tanto, aceptación es alta.

 

El caso es que desde el inicio, en Zamora, la respuesta ciudadana fue superior a la esperada, no solo los indígenas apoyaron, también lo hicieron los “mishus”, los mestizos que unieron sus gritos para entonar lo que en palabras de la Presidenta de la UNE, Rosana Palacios, fue el himno de la marcha: “Fuera, Correa, fuera”.

 

Hace unos años era impensable que tanta gente estuviera en contra del gobierno de Rafael Correa, al punto que quienes ahora lo respaldaron no superaron la relación de un correísta versus diez anticorreístas, en todas las ciudades, algo que fue todavía mayor en ciudades como Latacunga o Loja y muy superior todavía en la marcha del 13 de agosto. Claro, la propaganda oficial, tendenciosamente, nunca lo evidenció. En cambio, para quienes participaron en las marcha fue más que evidente, por ejemplo, el desconsuelo de los correístas en Latacunga cuando se percataron de la magnitud de la marcha en contra de su líder. Ese desconsuelo se transformó en miedo, el miedo que cambió de bando y ahora duerme junto a Correa y sus seguidores. El temor que parecería le está llevando a tomar decisiones erradas.

 

Zamora, Loja, Cuenca, Cañar, Riobamba, Ambato, Latacunga y Quito fueron ciudades en las que el respaldo se manifestó y superó el ámbito indígena, recabó la adhesión de la mayoría y evidenció la reducción del apoyo al régimen.

 

La propaganda que confunde

Como fue evidente en Zamora con aquello de “¡La MINERIA impulsa la educación en tu comunidad!”, la propaganda gubernamental llegó a todo el país de forma atosigante, tendenciosa y mentirosa, y también a nivel internacional, al punto que desde Venezuela se promovió una acción mundial a favor del gobierno de Rafael Correa.

 

Patiño, el Canciller de vacaciones para realizar labores contra la marcha, por ejemplo, difundió que los marchantes a su paso destruían las carreteras, cuando esto nunca sucedió. También se difundió que la marcha fue financiada desde el exterior, que solo unos cuantos marchantes conforman la marcha, que la movilización es solo en vehículos, que Salvador Quishpe es agente de la CIA, que el  Paro Nacional se traslada del 13 al 20 de agosto, etc.  Esto unido a una serie de spots publicitarios de todo tipo de dirigentes y personas que opinaban contra la marcha.

 

Tal fue la tergiversación que en el límite entre Cañar y Chimborazo, mientras los marchantes disfrutaban de una de las muchas pambamesas ofrecidas por la comunidad, Carlos Pérez, Presidente de la Ecuarunari, puso en conocimiento de todos la situación y sometió a consideración si se decidía retirar la autorización para que los medios públicos cubran la marcha.  Todos estuvieron de acuerdo en que dejen de filmar o reportar sobre la marcha.

 

Sin embargo, la manipulación tuvo su resultado. Esto fue evidente sobretodo en Quito, en donde parte de las personas que recibieron la marcha, tuvieron una posición ambigua.  No defendían la labor del gobierno -como éste hubiera esperado- y tampoco respaldaban la protesta. No eran personas que preferían “no meterse”, estaban atentas pero confundidas, recibieron mensajes contrapuestos.

 

Esto se confirma con la siguiente afirmación de un habitante de Quito: “sintonizo un canal del gobierno y no pasa nada, la marcha es de unos pocos locos, en cambio cuando sintonizo un canal no gubernamental, parecería que Correa está fuertemente criticado”. ¿A quién creer?

 

Esto demuestra el gran impacto que tienen los mensajes en la conciencia de las personas y también muestra el nivel de descomposición ética de quienes manejan la propaganda oficial. Nadie que haya estado en Quito el día del paro, o en la marcha en cualquiera de las ciudades por las que pasó puede afirmar que los ecuatorianos respaldan mayoritariamente a Rafael Correa y su gobierno. Como sí sucedía antes.

 

Pero también demuestra que las acciones de las organizaciones sociales explicando a sus bases la real situación del país, ha dado resultados y tiende a superar la propagandización gubernamental.

 

Las “mayorías ocultas” del correísmo

 

El Presidente Correa, luego de la marcha y el paro, ha afirmado que mantiene un enorme apoyo popular que ahora se expresa en lo que él ha denominado “mayorías ocultas”, que serían millones de personas que prefieren no salir a demostrar su posición.

 

Cabe preguntarse qué ha sucedido con aquellas personas que antes sí salían a expresar el respaldo al régimen y ahora prefieren ocultarse.

 

Una posible explicación sería que los opositores al correísmo son tan agresivos que quienes respaldan al gobierno prefieren evitarlos.  Pero este explicación no recoge la realidad. Durante todo el actual gobierno no se ha reportado enfrentamientos que superen los desacuerdos verbales.  Más bien es el gobierno, que con sus afirmaciones negativas contra los marchantes, ha iniciado en estos días una campaña que promueve mayores niveles de enfrentamiento. Es decir, la provocación viene desde el régimen.

 

Una explicación más cercana a la realidad puede estar en el hecho de que quienes antes respaldaban masivamente a Rafael Correa, a niveles tan altos que superaban el 80%, de a poco, por propia experiencia se van dando cuenta que las afirmaciones de los opositores al gobierno tienen, por lo menos, algo de verdad y han cambiado de preferencias políticas. Entonces no acuden al llamado presidencial a “defender lo ganado”, porque ya son conscientes que no hay muchas ganancias que defender.

 

Seguramente en un contienda electoral podrá volver a manejar a esas mayorías ocultas, pero ahora no existen.

 

La tozudez correísta y el oportunismo de la derecha

La derecha política que está fuera del gobierno, otra vez, ha quedado parcialmente fuera del juego, pero de ninguna manera anulada. Realizó fuertes intentos de insertarse en el movimiento y recabar apoyo y reconocimiento popular, pero la madurez y experiencia de los dirigentes del Colectivo Unitario Nacional de Dirección lo ha impedido. Aunque esos intentos han servido de argumento para que el correísmo “denuncie la vinculación” entre la derecha y la izquierda en contra suya. Otra falsedad difundida internacionalmente.

 

La derecha, como antes, pretende ser la que coseche los esfuerzos populares. Ya sea beneficiándose de las políticas gubernamentales o, mejor, teniendo un Presidente a su gusto ya que Correa les ha beneficiado enormemente, pero no es de su simpatía.  De esto son conscientes los dirigentes del Colectivo de Dirección que sostienen que la afirmación escrita en las paredes de Quito, luego de expulsar a los españoles en el siglo XVII: “Ultimo día del despotismo y primero de lo mismo”, no puede volver a repetirse ahora.

 

Rafael Correa no cede. Los más de cien mil manifestantes en el paro en las calles de Quito para él no llegan a cuatro mil, mientras que sus defensores, reunidos en la Plaza Grande frente al Palacio de Gobierno en un festival musical, según él, serían cincuenta mil, algo físicamente imposible. Estas afirmaciones pretenden manipular a la opinión pública, pero, al parecer, también se lo cree el propio presidente, lo cual configura una ceguera política que le traerá graves consecuencias.

 

Otra arista de análisis puede ser las experiencias de gobiernos como el griego de Samarás que soportó por varios años, muchas y fuertes medidas de hecho de los sindicatos y organizaciones sociales sin ceder. Sin embargo, la fortaleza popular pudo más, al final, Samarás se vio obligado a dejar el poder adelantando las elecciones. Una lucha de largo aliento.

 

Resultados adicionales

 

La unidad de las izquierdas se ha ratificado.  Un hecho digno de destacar y seguir promoviendo. Las victorias hasta ahora conseguidas por las organizaciones sociales, indígenas, campesinas, políticas tienen sustento en su decisión de actuar en unidad, superando las diferencias, encontrando que son más los objetivos que las unen que las diferencias que las separan.  Tal actitud ha dado importantes resultados.

 

En ese mismo ámbito se inscribe la respuesta a la pregunta “¿Después de Correa, quién?, cuando las elecciones se presenten y la respuesta que va tomando forma es que la primera discusión no es quién, sino ¿Qué queremos que haga el gobierno?.  La conclusión que va tomando forma es que la única manera de lograr que se concrete ese qué queremos, es a través de un gobierno popular.

 

Muestra de que de a poco se camina hacia ese derrotero son los decretos que a lo largo de la marcha se firmaron, alrededor de cuatro, y definieron decisiones respecto de algunos temas.  Una expresión de lo que sería un gobierno popular.

 

También se inscribe dentro de este ámbito un cambio radical expuesto por Jorge Herrera, Presidente de la Conaie, en Latacunga lugar en el cual se debía anunciar el levantamiento indígena, pero él, a nombre de las organizaciones del Colectivo de Dirección anunció el Levantamiento Popular. Una expresión del avance en la capacidad de “leer la realidad” de parte de la dirigencia y en consecuencia enfilar sus fuerzas.

 

Los actores principales

 

Salvador Quishpe, prefecto de la provincia de Zamora Chinchipe que promovió la realización de este evento; Jorge Herrera, presidente de la Conaie; y Carlos Pérez, presidente de la Ecuarunari encabezaron los actos y la marcha.  A ellos se unieron el Presidente de turno del FUT, Pablo Serrano; y los presidentes de las cuatro centrales sindicales que lo conforman: José Villavicencio de la UGTE; Mesías Tatamuez de la Cedocut; Edgar Sarango, de la CTE; también el Presidente Nacional del Frente Popular, Nelson Erazo y los presidentes de las organizaciones que lo conforman, Rosana Palacios, de la UNE, Enver Aguirre, de la JRE, Mauricio Chiluiza, de la FESE; César Buelva, de la Feunassc, asambleistas como Pepe Acacho, Lourdes Tibán, Milton Gualán, César Umajinga, Klever Jiménez.  A ellos se unieron cientos y cientos de organizaciones de carácter local y pobladores de cada provincia.

 

 

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Las Casas Oe3-128 (entre América y Antonio de Ulloa)

Quito-Ecuador

ISSN 1390-6038

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